Ante la expectativa general de todo un país y de sus millones de admiradores que se encuentran diseminados a lo largo y ancho de nuestro planeta, especialmente, en los países de habla hispana, en la fecha, se conmemora el centenario del nacimiento del más grande ícono artístico de México, país cuyo firmamento artístico destacara por sobre los demás países que conforman Latinoamérica.
Y es que, en la madrugada (2.30 a.m.) del domingo 18 de noviembre de 1917, en el Puerto de Mazatlán, Estado de Sinaloa, México, llegó al mundo ante el regocijo de sus padres, don Delfino Infante García (de profesión músico itinerante) y doña María del Refugio Cruz Aranda “Doña Cuquita” (dedicada a los quehaceres de la casa y a labores de costurera) y de sus hermanos mayores María del Rosario y Ángel, quien con el transcurrir de los años se convertiría en el fabuloso cantante y actor Pedro Infante Cruz, o simplemente: PEDRO INFANTE, el “Ídolo de ídolos” del pueblo mexicano.
Desde pequeño, Pedro ya mostraba asomos de lo que sería su vocación más adelante. Su inclinación por la música lo llevó a construir su primera guitarra para acompañarse mientras entonaba melodías de moda en ese entonces, aprovechando su tiempo libre cuando trabajaba en la carpintería de don Jerónimo Bustillos, con quien laboraría durante cinco años. El haber empezado a trabajar desde muy tierna edad, despertó en él el sentido de responsabilidad y el deseo ferviente de procurarle a los suyos los medios de manutención suficientes para su tranquilidad, en una época en que las carencias tocaban las puertas de su hogar.
Estas situaciones, de alguna forma, no le permitieron continuar sus estudios después de concluir el 4° año de primaria, a la edad de 12 años, en la Escuela N° 3 de Guamúchil del Municipio de Mocorito en el año lectivo de 1928/1929, a la que asistió durante 148 clases dictadas por su profesor Jesús María Ochoa, probablemente, fue algo frustrante y doloroso para él, que perseguía sueños imposibles de alcanzar para alguien perteneciente a su capa social. No hay que olvidar, que alguna vez, cuándo un periodista le preguntara sobre qué le hubiera gustado ser en el supuesto de no haber sido artista, Pedro contestó que médico, un objetivo que puede ser calificado como una utopía sabiendo que es una profesión que demanda enormes cifras de inversión para poder cristalizarlo. Vale la pena recordar, que en muchas entrevistas que concedió a los medios periodísticos especializados, declaró no haber estudiado porque desde pequeño tuvo que trabajar para colaborar a incrementar el presupuesto familiar, que era ínfimo, porque lo que remitía don Delfino, producto de su trabajo como músico itinerante no era suficiente y no alcanzaba para satisfacer las necesidades más elementales. Doña Cuca, su madre, también se vio en la imperiosa necesidad de aportar, para lo cual tuvo que realizar labores de costurera, confeccionando vestidos para quienes se lo solicitaran.
Asumir obligaciones y responsabilidades a una edad en que un niño tan solo piensa en recibir regalos y jugar, y en la que un adolescente va descubriendo que en la vida no todo es ilusión ni fantasía, y que los sueños no siempre se cumplen, sino, que hay que luchar y sacrificar algunas cosas para obtener los resultados deseados, le sirvió para abrir los ojos y arraigar en él algunas virtudes que con el tiempo le ayudarían a delinear su personalidad y a fortalecer su carácter.
Asimismo, agudizaría su capacidad de análisis para formarse una idea cabal de lo que tendría qué hacer para conseguir alcanzar tal o cuál objetivo. Descubriría que la realidad destruye inmisericordemente los sueños, porque casi siempre, habría que priorizar algunas cosas en desmedro de otras que pudieran serle más atractivas o que quizá llegara a considerar que eran mucho más importantes. Sin darse cuenta, se preparaba para lo que tendría que afrontar en pocos años para lograr alcanzar sus metas.
Relación de alumnos del 4° año de primaria y las calificaciones por ellos obtenidas, en la que aparece Pedro Infante Cruz.
Esto nos lleva a colegir, que desde entonces, siendo un infante aún, empezó a tomar cruciales decisiones que involucrarían su vida personal a futuro, así como el de su amada familia (que sería en su corta existencia su más grande preocupación), obligado por las circunstancias apremiantes que el hogar atravesaba por su economía precaria. Estas determinantes decisiones tomadas en su niñez y adolescencia, fueron templando su carácter y agudizando su sensibilidad y solidaridad, que años más tarde le depararían grandes satisfacciones personales y la enorme dicha y felicidad al saberse depositario del cariño sincero y de la fidelidad y admiración de la gente humilde, que se mantiene incólume más allá de su desaparición física ocurrida en circunstancias dramáticas hace ya 60 años.
En esta foto tomada de internet vemos a Pedro junto a su Maestro y sus condiscípulos totalmente identificados por sus nombres
Decíamos líneas arriba que Pedro Infante, mostraba asomos de lo que constituía su verdadera vocación, lo que lo llevaría a formar conjuntamente con don Delfino, su padre, cuando contaba apenas con dieciséis años de edad, la Orquesta La Rabia, participando como músico (tocaba batería y guitarra), realizando presentaciones en las ciudades de Guasave y Guamúchil. Al poco tiempo formaría parte de la Orquesta Royal, en la que actuó tocando batería y violín, y también como vocalista.
De a pocos se fue haciendo conocido en su zona, y antes de cumplir los veinte años, fue contratado como cantante, baterista y violinista por los dueños de la orquesta Estrella de Culiacán, la más renombrada del lugar. Se estaba produciendo su despegue como intérprete y rápidamente se fue haciendo de un nombre en el ambiente artístico de su Estado. Con el patrocinio y apoyo de Ismael Medina, el farmacéutico propietario de la prestigiosa farmacia La Económica debutó en la XEBL, La Voz de Sinaloa, con lo que se hizo más conocido y popular, siendo contratado para amenizar diferentes actividades. En una de ellas (bautizo), el 30 de mayo de 1937, conocería a María Luisa León Rosas, quien dos años después, se convertiría en su esposa y, de quien dicen sus biógrafos fue el gran complemento para el incipiente artista, que encontró en ella la motivación para seguir remando con firmeza hacia adelante en pos de alcanzar las metas propuestas.
Pedro junto a los integrantes de la orquesta Estrella de Culiacán en los estudios de XEBL La Voz de Sinaloa. Pedro es quien aparece al lado izquierdo con la guitarra en la mano (foto tomada de internet)
Entre mayo de 1937 y febrero de 1939, fecha en que María Luisa León (con quien Pedro vivía un apasionado romance) viaja a la ciudad de México, Infante había conseguido el éxito total en su Estado natal, donde se había consolidado como un crooner de buena voz, cadencia y presencia, por lo que, atendiendo a consejos y sugerencias de algunas amistades y personas entendidas del medio artístico de Culiacán, decide trasladarse a la Capital de la República para tentar suerte. Esta actividad resultaría muy beneficiosa y provechosa para su carrera artística en ciernes, ya que en un futuro no muy lejano, convertido en el máximo exponente de la música vernácula mexicana, interpretaría y grabaría 330 canciones en diferentes géneros musicales, especialmente el ranchero, con singular éxito.
La decisión de trasladarse a la ciudad de México, a la que llegó un jueves 24 de febrero de 1939 cuando apenas contaba con 21 años de edad y con 60 pesos en los bolsillos que le entregara su dulce madre, doña Cuquita, sería de las más importantes que tomara en su vida, ya que con ella, le daba un vuelco tremendo a sus aspiraciones, deseos y anhelos, para hacerse un lugar en el escenario artístico más grande y difícil de su país, cómo lo era la capital de la República.
Pedro Infante y María Luisa León en dos momentos: paseando por las calles de la gran urbe cuando andaban en busca de oportunidades para demostrar su talento y, cuando la vida les sonreía y empezaban a hacer realidad sus sueños de juventud (foto tomada de internet).
El tiempo se encargaría de demostrar que ésta fue una decisión sabia y acertada, ya que después de algunos años de pasar penurias y tribulaciones, firmaría contrato con la disquera de toda su vida: PEERLESS
Como ya es sabido, Pedro en México buscaba que algunas emisoras radiales le dieran la oportunidad de realizar una prueba de audición que le permitiera lograr un contrato que le reportaría un ingreso económico que lo ayudaría a supervivir en la gran metrópoli junto a María Luisa. Falló una vez en la XEB por nerviosismo, pero a la siguiente logró superar la prueba y lo contrataron para tres presentaciones a la semana pagándole dos pesos por emisión. Con el tiempo le mejoraron el sueldo y a la par, cantaba todos los días en el auditorio de la emisora radial que se llenaba de público que acudía a escucharlo cantar. Si bien conoció el triunfo, también cosechó decepciones, habiendo sido la más frustrante la que sufrió en una prueba de audición en la XEW, cuyo director musical Amado C. Guzmán, sin el mayor desparpajo, le aconsejaría que volviera a Sinaloa y siguiera abocado a sus labores de carpintero.
Para cualquier otro, que no haya sido Pedro Infante, la desproporción de Guzmán pudo haber acabado de un porrazo con sus sueños e ideales de llegar a convertirse en una figura descollante en el firmamento artístico de su país, pero no a él, que ya había tomado con anterioridad decisiones acertadas, en esta ocasión hizo de la perseverancia y de la persistencia su blasón y luchó porfiadamente hasta lograr su objetivo, que si bien no se encontraba a la vuelta de la esquina, estaba muy próximo.
Los dueños del centro nocturno Waikikí lo contrataron para que participe como crooner de la orquesta del local, y más tarde, conseguiría ser contratado para cantar en el Tap Room del Hotel Reforma. Eso le permitió hacerse más conocido, y casi por inercia, empezaron a llegar contratos para giras al interior de la república y propuestas de cine.
Todo ello, propició que sus ingresos mejoraran su economía y pudieran alquilar una casa en un zona mucho mejor y más cerca de su centro de operaciones.
Se le presentó la oportunidad de grabar un disco para la disquera RCA Víctor de México el 28 de febrero de 1942 que contenía dos temas: el danzón GUAJIRITA de Mario Ruiz Suárez (letra) y Bernardo Sancristóbal (música), y el bolero tropical TE ESTOY QUERIENDO también de Mario Ruiz Suárez (letra) y Ricardo López Méndez (música).
Pese a que el disco tuviera buena acogida de parte del público melómano en su país, la propia disquera decide sacarlo de circulación aduciendo bajas ventas, aunque, algunos entendidos como Javier de la Cruz, a quien debemos la publicación y puesta a la venta del Triple CD de la Radionovela “Ahí viene Martín Corona”, opinan que Mauricio Rivera Conde, el director musical de la RCA Víctor en ese entonces, obró de esa manera incitado por los celos, que suelen ser malos consejeros, porque al parecer, una dama a quien pretendía, se sintió atraída por el joven Pedro Infante.
Años más tarde, este mismo personaje le enviaría con Rubén Fuentes Gasson, integrante del mariachi Vargas de Tecalitlán y director musical de la disquera, un cheque en blanco para que Pedro, que era artista exclusivo de la disquera Peerless, le pusiera la cifra que quisiera por integrarse a su catálogo de estrellas, propuesta que fue rechazada por el sinaloense, por lealtad a la disquera que le dio la oportunidad de hacerse famoso y a don Guillermo Knorhauser, su director de discos, que confió en él desde un inicio.
Esta sorprendente decisión de Pedro, no hace más que corroborar las excelsas virtudes que poseía y que lo hacían generador de simpatías y aprecios, porque anteponiendo la lealtad al beneficio económico, dejó bien en claro que era una persona íntegra y cabal, lo que le ayudaría a encumbrarse hasta alcanzar el más alto nivel de las preferencias del público mexicano.
Como dijéramos líneas arriba, el contrato suscrito en 1943 con la disquera Peerless, de alguna forma, marcaría el inicio de su despegue artístico, tanto en el rubro de cantante como de actor. Don Guillermo Knorhauser se encargaría de convencer a Pedro de interpretar música vernácula acompañado de mariachi. Y es así, que el primer sencillo grabado por Infante para Peerlees el 29 de octubre de 1943, contiene las canciones rancheras SOLDADO RASO, de la autoría de Felipe Valdés Leal y EL DURAZNO de Dominio Popular, denominación que se da cuando se desconoce a su autor y compositor. No pudo haberse tomado mejor decisión, pues el tiempo certificaría que el sinaloense llegaría a convertirse en el máximo exponente de la música vernácula mexicana, aunque al respecto, existen otras opiniones.
Pedro Infante aparece junto a don Guillermo Knorhauser, el director de discos de la disquera Peerless, en una fotografía tomada por Tomás Montero Torres el 24 de marzo de 1947 en la sala de grabación de la casa disquera.
En el plano actoral, podemos decir, que si bien es cierto, había adquirido cierta experiencia como actor al participar en los cortos EL ORGANILLERO Y PUEDES IRTE DE MI, más su trabajo como extra EN UN BURRO TRES BATURROS y su rol secundario en LA FERIA DE LAS FLORES, dirigido en todas ellas por José Benavides Jr., recién cuando empieza a sobresalir como cantante empiezan a ofrecerle buenos guiones. Para que las oportunidades se dieran, jugó papel preponderante Jorge Negrete, quien a solicitud de Carmen Barajas Sandoval, que trabajaba como su secretaria en el Sindicato de la Producción Cinematográfica, recibe a Pedro. Después de escucharlo, el charro inmortal lo recomendaría a varios directores, entre ellos a Ismael Rodríguez, empezando de esta manera su roce con el mundo del celuloide, del que se convertiría en un pequeño lapso en el mejor actor en la llamada Época de Oro del Cine Mexicano.
Pedro Infante como actor filmó 61 películas entre el año 1939 a 1956, de las cuales, 2 son cortometrajes; una en que actuó como extra; 3 en las que tuvo participación especial mediante interpretaciones musicales; 4 en las que realizó roles secundarios; y 51 en que tuvo a su cargo roles estelares o protagónicos. Al respecto, y lo que vamos a decir de ninguna manera constituye una afrenta a la memoria del ídolo de México, y aunque suene a sacrilegio, no todas las cintas que filmó pueden ser catalogadas como buenas, muy buenas o excelentes, o decir que Pedro tuvo una actuación descollante en cada una de ellas. En las primeras no se vislumbraba el extraordinario actor que llegaría a ser. 1946 sería el año en que alcanzaría el reconocimiento de la prensa especializada, de la que recibió buenos comentarios tras filmar LOS TRES GARCÍA y VUELVEN LOS TRES GARCÍA. Para sus fans, todas sus películas son buenas y la participación del sinaloense es calificada de buena para arriba. Y no solo eso, los días en que algún canal pasa una película de Pedro, sus admiradores de se despegan de las pantallas del televisor. Sus películas en la actualidad son adquiridas por sus fanáticos en versión DVD, lo que les da la oportunidad de recrearse viéndolo actuar y cantar en una misma cinta.
Como cantante, Infante interpretaría más o menos 500 canciones: 330 que fueron grabadas en disco para su disquera, y el resto en las películas que filmó, de las cuáles, 100 aproximadamente, no llegó a grabarlas en disco, por lo que, antes del 2007 en que con ocasión de conmemorarse su 50° Aniversario Luctuoso, Sony Music, dueña de los derechos de sus canciones que lo adquirió de Peerless, puso a la venta una colección compuesta por 20 CD’s, entre los que se publicó las canciones que interpretó en sus películas, y cuyos derechos le habían pertenecido a Odeón.
Como quiera que este artículo está orientado más que nada a abordar aspectos de su carrera artística y en las decisiones tomadas por el ídolo para hacer realidad su sueño de convertirse en un gran artista, no ahondaremos más en lo que se refiere a su biografía que es ampliamente conocida por sus admiradores gracias a los libros biográficos publicados por un buen número de biógrafos del ídolo, en donde destacan nítidamente los escritos por dos jóvenes literatos de nacionalidad mexicana: Jesús Amezcua Castillo, autor del libro PEDRO INFANTE MEDIO SIGLO DE IDOLATRÍA y Paul Riquelme García, autor del libro digital PEDRO INFANTE EL REY MÁS HUMILDE DEL MUNDO, cuyos contenidos están estrictamente pegados a la verdad, porque parten de una responsable y sesuda investigación que realizaron sus autores, lo que los hace dignos de crédito.
Cuando hemos tocado algunos pasajes de su vida, hemos incidido a propósito en demostrar que Pedro tomó decisiones por su cuenta y riesgo, decisiones cruciales que mejorarían el rumbo de su vida y que coadyuvarían para cimentar una personalidad forjada para hacer frente a muchos retos en su vida, como se les presenta a menudo a la gente humilde, a despecho de su carácter que era la de un hombre bonachón, palomilloso, querendón, bromista y juguetón.
La primera gran decisión lo tomó siendo un niño de 11 años, cuando sin que se sintiera obligado por nadie (pero consciente que la economía del hogar era paupérrima), empezó a trabajar como mandadero en la Casa Melchor de Guamúchil, por el que le pagaban un sueldo de 15 pesos mensuales, los mismos que sirvieron para incrementar el presupuesto familiar, y ayudar a doña Cuca en sus esfuerzos por conseguir ingresos, ya que lo que ganaba como músico itinerante y remitía don Delfino no era suficiente y no alcanzaba para cubrir las necesidades de la familia, que sí había crecido. Esto puede darnos una señal de que Pedro a su corta edad, era una persona muy observadora y responsable, a quien no le pesaba echarse sobre sus hombros los problemas familiares.
Todos sabemos que cómo el connotado artista que fue, Pedro Infante ganó mucho dinero producto de su participación en películas; grabación de discos; presentaciones personales en diferentes ciudades de México y en varios países de Latinoamérica y en los Estados Unidos de América, en dónde era el indiscutible ídolo; publicidad de algunos productos de consumo y de la llamada línea blanca, etc. Asimismo, no desconocemos que mucho de ese dinero lo destinó para realizar obras de bien social en beneficio de mucha gente necesitada, que apremiada por circunstancias adversas acudían hasta su hogar en busca de apoyo económico. El mazatleco siempre se mostró accesible con quienes se le acercaban, a quienes les daba la suficiente confianza y seguridad para que le contaran sus problemas y poder otorgarles la ayuda que requerían. Su solidaridad, su bondad, su sencillez, su humildad, su desprendimiento y su falta de egoísmo, eran virtudes inherentes a su persona, que puso al servicio de la gente pobre y humilde, que suele ser la más perjudicada y castigada en todo momento, y no solo en época de crisis. Pedro nunca se olvidó de ellos y siempre les tendió su mano protectora y bienhechora.
En esta imagen que registra una escena de la película EL INOCENTE, vemos a Pedro convertido en el indiscutido ídolo de México, Nadie supo representar mejor en el celuloide a los diversos personajes que componen la sociedad mexicana (tomada de internet)
Decíamos que Infante era hombre de decisiones y la de convertirse en protector de los desamparados por la diosa fortuna está entre las más importantes que supo tomar. Todo el afecto y cariño que tuvo para con ellos, supo ser correspondido con creces por el pueblo mexicano que lo eligió como su artista preferido, y sin que quedara estipulado sobre ningún papel, existe un compromiso de por vida, que el pueblo de México respeta hasta ahora: su incondicional amor por el ídolo de ídolos. Muestra de ello ocurrió el año 2010, cuando a iniciativa de History Channel se eligió por votación del pueblo a EL GRAN MEXICANO, con ocasión de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México. Pedro ocuparía un honroso segundo lugar, detrás de Benito Juárez. Que mejor reconocimiento a la memoria de quien fuera su hijo predilecto. Que mejor mensaje a quienes pensaban que un día la figura epónima de Pedro, que le dio prestigio a la industria cinematográfica de su patria, se iba a desgastar un día, pero sucedió lo contrario… creció más con el paso del tiempo.
Es justo reconocer, que como ser humano, estuvo expuesto en algún momento de su vida, a tomar decisiones erradas y una de ellas, lo llevó a la muerte, cuando muchos de su entorno más cercano, que lo conocían y trataban a menudo, incluyendo su familia, le pedían que no volviera a volar después de los dos accidentes sufridos.
A 100 años de su nacimiento, Pedro Infante sigue creciendo en el imaginario colectivo, y eso, también se hace notorio en el plano artístico, en el que la estrella de muchos que contendieron con él por granjearse la preferencia del público, se han apagado completamente, mientras que la suya cada día alumbra más. Pedro es una leyenda, es un inmortal que se hizo humano para servir a los desvalidos, a los desprotegidos, para darle alegrías a la gente que escucha sus canciones y ve sus películas, después de que se ausentara definitivamente de este mundo, cuando le tocó emprender el viaje sin retorno.
Hasta noviembre de 2018, el pueblo de México y sus admiradores en todo el mundo, celebrarán el centenario de su nacimiento y evocarán su figura amada.