Bien dicen que lo que no se planea sale mejor… y sí, ésta vez no fue la excepción.
El domingo pasado no tenía ningún otro plan más que permanecer en mi cama viendo televisión, pero ya en la tarde decidí salir con rumbo desconocido pero con la encomienda de ver una buena obra de teatro. Me dirigí a la colonia San Rafael, que alberga recintos escénicos con gran historia como el Teatro Manolo Fabregas y el Teatro Renacimiento.
Ya en la taquilla y con el tiempo casi encima, la decisión fue ver “Como quieras perro ámame”, lo admito, para mi poco conocida, pero que el día de hoy no me arrepiento de haberle dado una oportunidad.
“Como quieras perro ámame” es una comedia romántica con sólo dos personajes, Samantha (esta ocasión interpretada por Gisela Sehedi) una mujer divorciada que está a punto de darse por vencida en el amor y cuyas experiencias la orillan a escribir un libro en el que hace una analogía entre los hombres y los perros. El otro personaje, Max (interpretado por José Luis Rodríguez) un joven que está a punto de cumplir 30 años, que sufrió las infidelidades de sus últimas novias y se cuestiona frecuentemente que pasa con las mujeres.
La trama se desenvuelve en un restaurante en el que coinciden ambos personajes luego de haber sido plantados por sus respectivos “dates” deciden quedarse a cenar juntos para consolar sus penas. En el vaivén de la conversación con toques cómicos y melancólicos, los personajes describen sus historias amorosas a través de la música de artistas como Sin Bandera, Ricardo Montaner, Armando Manzanero, entre otros.
Lo mejor de la obra… sin duda las voces de ambos actores; tanto Gisela Sehedi como José Luis Rodríguez muestran los grandes dotes artísticos que tienen, y cabe destacar que, si bien es cierto que la obra es una comedia romántica, ponen en cada melodía el timbre y la interpretación que éstas requieren, haciendo que el público se conmueva y ovacione cada una de las piezas musicales.
Lo no tan bueno de la obra… el teatro renacimiento es un lugar íntimo donde se pueden disfrutar las puestas en escena, sin embargo, creo que las butacas son un poco incomodas; además de que el sistema de sonido en varias ocasiones les jugo bromas a los actores, pero ellos lo tomaron como una buena oportunidad para improvisar.
En general, no me arrepiento de haber tomado la decisión de verla, creo que es una obra que vale la pena, no pararan de reír y al mismo tiempo, muy probablemente se sentirán identificados.