Hace un par de semanas iniciaban mis clases con un tema que en los últimos años ha llamado mi atención, la ética empresarial.
Si bien es cierto que la ética es un concepto que se remonta a la Grecia antigua, y que ha sido objeto de estudio de muchos filósofos, hoy en día ha tomado mucha importancia en el ámbito empresarial, y es que no es para menos, los parámetros de inversión lo exigen después de casos fraudulentos como el de la empresa gasera “Enron”.
Partiendo de que la palabra ética implica ser libre, consciente y responsable, podemos definirla en la vida profesional como la libertad para hacer bien todo lo que hacemos con la conciencia de no poner nuestros intereses personales por encima de los intereses de la profesión en un actuar responsable para nosotros y para los demás.
En el ámbito de las organizaciones, seguro te estás preguntando si la ética empresarial está sujeta a cierto tipo de compañías, y la verdad es que no, ser una organización ética no es exclusivo de empresas grandes, extranjeras o públicas, la ética puede, y no solo puede, sino debe ser institucionalizada en cualquier empresa.
Y es que las organizaciones, como cualquier otro ente social, son vulnerables a cometer actos no necesariamente ilícitos, pero si no éticos, para prevenir ello debe haber una política de ética permeada a lo largo de la empresa, desde la alta dirección hasta las posiciones de la base organizacional.
El compromiso de los dueños, ejecutivos y personal de alto rango jerárquico es fundamental para darle certidumbre a las campañas que buscan instaurar valores éticos en el actuar cotidiano de los empleados en sus relaciones con autoridades, clientes, proveedores y demás actores de la dinámica de la empresa, si los líderes no muestran un gran compromiso con la ética, es difícil que el resto de los miembros de la organización adopten la ética como filosofía de trabajo.
Teniendo en cuenta que la generación de utilidades es un objetivo básico en las organizaciones, también debería serlo asegurar la permanencia de la empresa en el tiempo, garantizando la misma generación de utilidades a lo largo de los años; y es justo ahí donde me gustaría tocar el papel de la ética para lograr ambos objetivos.
Por una parte, nos encontramos en un mundo donde cada vez más consumidores tienen acceso a información de las empresas para tomar decisiones de compra más responsables, por lo tanto, si la empresa no sigue una línea ética de actuación para hacer negocios, corre el riesgo de perder clientes, y no solo eso, también impactar de manera importante sus ingresos.
Por otro lado, el asegurar la continuidad del negocio tiene mucho que ver con ser una empresa coherente entre los valores institucionales y los valores de las sociedades donde opera, es decir, si una empresa a la vista de la sociedad rompe ciertos valores, corre el riesgo de perder credibilidad y tocar profundamente su reputación, lo que no sólo la afectará con los consumidores, sino también con proveedores, instituciones de crédito e inversionistas.
Como puedes darte cuenta, la ética no es solo un concepto filosófico, conducirnos en las empresas de manera ética es también tarea individual, siempre haciéndonos la pregunta de ¿lo que estoy haciendo es digno de ser imitado?, ¿podría compartir lo que hago con la gente que más quiero?, ¿puedo estar tranquilo conmigo mismo haciendo lo que hago?, estas entre muchas otras.
Hacer de la ética una filosofía empresarial e individual sin duda soportará tener sociedades más justas, menos vulneradas y por supuesto, garantizará la permanencia de las organizaciones en un mercado con consumidores e inversionistas cada vez más informados.