-Te portas bien chiquita –dijo la madre a su hija en la puerta de la escuela- No quiero que a la salida la Miss se queje de ti.
-Ay mamá, ya no soy una niñita, ya tengo casi doce años y voy en quinto año ¡Adiós!
Después de besar a su madre, la chiquilla corrió al patio de la escuela, se sentó en la banca acostumbrada, esperando a alguien. De repente, su rostro se iluminó: arrastrando los pies, entró un niño, de cabello rubio y relamido, que sin voltear a verla, pasó de largo y se dirigió al salón de clases.
-¡Hola Yesi! ¡Por qué estás enojada? –le preguntó un escuálido y afectado niño que se sentó junto a ella- Christian no te hace caso ¿verdad? ¡Ya te he dicho que lo ignores!
No obstante el consejo de su amigo, las horas que transcurrían en la escuela eran un deleite para la niña, ya que no desaprovechaba la oportunidad, discreta o abiertamente, para ver a su rubio “amor”, aunque él la ignorara.
-Ummm… Sigues con lo mismo, ya te dije que lo ignores –le reiteró su amiguito.
-Tú no entiendes el amor de las mujeres… Bueno, digo, aunque pareces niña, no dejas de ser hombre, tonto –respondió molesta la niña y se alejó, aunque después, con paso más lento, reflexionó- ¿Y si Sergio tuviera razón? ¿Qué pierdo con intentarlo?
Al día siguiente, cuando Christian entró en el plantel se sorprendió al no ver en la acostumbrada banca a su eterna admiradora.
-¿Y ahora qué le pasaría? –encogiéndose de hombros, avanzó al salón de clase, donde ya se encontraba Yesi platicando y riendo con Sergio.
-Yesi ¿ya te fijaste bien en Jónathan, el de sexto? Tiene unos ojos de suspiro jajaja –comentaba Sergio, siendo correspondido con la risa de Yesenia, quien al ver que entraba Christian, exageró su muestra de “alegría”.
-Sí… y se ve que no le soy indiferente, lo he sorprendido viéndome en el recreo jajaja –expresó la niña.
Molesto, Christian dejó caer la mochila, se sentó y sacando un libro, fingió leer, sin dejar de ver, de reojo, a los amigos que reían a carcajadas.
Durante el receso de clases, en el patio, Yesenia y Sergio comentaban lo ocurrido al inicio del día.
-Ves Yesi, te lo dije, Christian no vale la pena; como a todas las niñas del salón se les escurre la baba por él, se cree mucho –aseveró Sergio- ¡Mira! Allá está Jónathan, vamos a sentarnos junto de él y sirve que nos echamos un taco de ojo.
-Tienes razón ¡Vamos!… Además, como dices, creo que Jónathan tiene ojos de suspiro. Jajaja –concluyó Yesenia.