CLICK “Mire mi Jefe, le voy a decir la mera neta, la verdad pues, porque usté me cayó de peluches.
“Ese día salí temprano de la chamba porque no había nada más qué hacer, y mi patrón me dijo que me podía ir. En Pantitlán, tomé mi camioncito para Chicoloapan, para San Vicente Chicoloapan, para que me entienda, que es donde vivo.
“Yo iba muy contento porque iba a llegar a comer con mi vieja; con mi hija no porque, aunque sólo tiene siete años, ya va a la escuela, en la tarde porque no le gusta levantarse temprano y todavía está chiquita.
“Como todos los días, iba viendo cómo pasaban casas y más casas, casi todas iguales, de tabicón blanco, porque es el más barato; hasta que llegué a la Unidad; no hace mucho que la hicieron y yo y mi compadre, con los créditos para la vivienda, compramos una casa doble, dúplex como dicen; mi familia vive abajo y la de él, arriba.
“¡Cuál sería mi sorpresa, que al entrar en mi vivienda vi a la pinche zorra revolcándose, en mi propia cama, con su amante!… Perdóneme jefecito, pero es que de sólo recordarlo me hierve la sangre en las venas y no me puedo contener.
“Sólo recuerdo que sentí un calor que me subía, desde los pies, por todo el cuerpo y en mi mente sólo tenía el pensamiento de matar a los dos traidores. No sé si ya le dije que en la estancia de la casa, tenemos sala, comedor y cocina; así que, sin pensarlo mucho, tomé un cuchillo que estaba en la mesa, con la idea de matarlos, como le digo.
“Con el escándalo que se armó, mi compadre bajó y, al ver lo que iba a hacer, me gritó. ‘¡Deténgase compadre, no se comprometa!’, y entendiendo lo que pasaba, al ver a la “parejita” casi desnudos, siguió diciéndome: ‘Esos dos no merecen que usté eche a perder su vida y la de su hijita’. Al recordar a mi hijita, bajé el cuchillo, lo que aprovecharon los traidores para salir corriendo, así como estaban, casi encuerados.
“Al poco rato, estaba todavía platicando con mi compadre en mi vivienda, cuando regresó mi mujer con dos policías, y les dijo: “Ése es… el hombre que me quiso matar”.
“Y aquí me tiene usté, me llevaron detenido a la delegación, y después me enviaron al reclusorio porque me acusan de intento de homicidio; pero ¿cuál homicidio? si yo sólo quería era defender mi honra y mi familia, como se acostumbra en mi pueblo y como debe hacer cualquier hombre que se respete.
“Y lo que más me preocupa es que ahora mi niña, aunque está en casa de mi hermana, se encuentra sola. No quiero que ande rodando de aquí para allá y sufra la pobrecita… ¡Ella no!… Por favor jefecito ¡ayúdeme!” CLICK
(Aunque en sus ojos aún brillaba un destello de humanidad, la persona que tenía enfrente y que me veía sin apartar la mirada, me causaba un escalofrío indescriptible. Su rostro y la apariencia de su cuerpo semejaba un animal al asecho, un animal herido en lo más profundo y primigenio de su ser: en su territorio, en su hombría. Y, en verdad, tuve ganas de salir corriendo de esa sala de visitas, para no regresar jamás.)