Hoy estoy aquí, sólo para platicar con el cantautor Lazcano Malo sobre su más reciente show Volver Al Futuro y de su nuevo disco Paradojas. (Esta entrevista se realiza un miércoles 11 de Marzo, antes de su presentación en el Lunario del Auditorio Nacional de la Ciudad de México).
Lazcano Malo es un autor fresco, irreverente y sin formato, quien ha luchado toda su vida por ser quien es y cantar sus sueños. He aquí nuestra charla en exclusiva para La Bombilla, en la que rememoramos su discografía y sobre todo su trayectoria:
-¿Cómo te sientes por presentarte, por cuarta ocasión, en el Lunario del Auditorio Nacional?
-Es muy emocionante; obviamente es un compromiso conmigo mismo. Es un reto para mí, porque uno debe de estar al pendiente de todos los detalles: uno es su propio jefe y uno tiene que organizarse. A mí me cuesta un poco de trabajo, no sé si porque soy artista y de repente mi mente suele ser dispersa, pero creo que al final van a dar buenos resultados, y espero que esté padre. Estoy muy emocionado por presentar el disco, sobretodo.
-¿Qué diferencias habrá entre la primera vez que te presentaste en el Lunario a esta ocasión?
-Obviamente las canciones: presentamos doce canciones nuevas, y obviamente hay una diferencia abismal desde el primer Lunario que hice a este. Hay una evolución como artista, como músico en cuanto a letras, en cuanto a textos, en cuanto a melodías, armonìas, estilos. Creo que aquí se está manifestando un poco la madurez como artista que he alcanzado.
-¿Qué innovaciones habrá para este show, en cuanto a escenografía, vestuario o cosas así?
-No habrá tanta innovación en cuanto a escenografía como quisiera, porque yo soy un artista independiente; yo solvento todo, y de pronto es difícil meter una escenografía. Pero habrá detallitos a la hora de cantar una u otra canción, y espero que el público lo agradezca, porque le estamos echando muchas ganas, mucho amor. Este disco se ha ido cocinando desde mayo del 2014 y lo vamos a presentar el 2015, en Marzo: ya son diez meses prácticamente a fuego lento. Entonces, yo creo que la gente lo va a recibir bastante bien.
-Tú te presentas en muchos lugares pequeños de doscientas a trescientas personas. ¿Qué diferencias hay entre estos shows íntimos a los shows con más gente como este en el Lunario?
-Pues mira; a mí me gusta mucho tocar en los dos estilos. En la primera, tienes un acercamiento con el público, lo que no tienes en otro lugar en un aspecto masivo. Cuando estás en un lugar más pequeño, se disfruta de otra forma, tienes más contacto con el público: es de una forma más personal, más íntima y se disfruta mucho. En ese tipo de lugares, suelo probar canciones para ver cómo reacciona el público. Cuándo estoy en el Lunario, es otra emoción y también se disfruta mucho porque vas junto a la banda: de repente me libero de la guitarra y dejo que toquen los demás; es otra presencia escénica la que desarrollo y ésa es la diferencia. Las dos formas de actuar son padrísimas y las disfruto muchísimo.
-Hablando de este nuevo disco, ¿cuál es el concepto o tema central del disco Paradojas?
-El disco gira en torno al viaje en el tiempo. Hay una canción que se llama “Volver Al Futuro”, y de ahí sacamos todo el concepto de lo que gira el disco, que es la paradoja que puede llegar a presentarse, hipotéticamente, si tú viajarás en el tiempo hacia el pasado. De ahí se desprende la canción “Volver Al Futuro”, y otras canciones como “Ciencia Ficción”, “El Hoyo”, que es un poco la referencia a este hoyo negro en el universo que se traga todo e incluso la luz, y que dicen que son cortes dimensionales hacia otros tiempos o a otros espacios. Todo eso va aunado al arte del disco que hice con mi hermano y otro chavo que hizo la ilustración, pues hace que se logre un concepto totalmente redondo. Si ves el arte del disco, tiene mucho que ver aparte: tiene un corte decorativo, que lo utilizan desde 1985 y hasta el 2015; como la película “Volver al Futuro”, que empieza en 1985 y cuando viaja en el tiempo es ya el 2015; eso no lo buscábamos pero se dio y bueno, engloba otra vez el concepto de “Volver Al Futuro” y la “Paradoja”.
-Sobre tu historia discográfica, ¿cuáles son los cambios que hay entre el primer disco y Paradojas?
-Los cambios han sido muchos, pero si se resume en una frase más conscisa, yo creo que tiene mucho que ver con la edad. Ya que no es lo mismo tu primer disco a los 28 años que ahora a los 45 años; hay una madurez intelectual, hay una forma diferente de escribir, una manera de hacer melodias, armonías. El tiempo no pasa en balde y tú vas aprendiendo. Si te fijas, en el primer disco el concepto era totalmente diferente, era mucho sobre el humor y reírse. Es una herramienta que llego a utilizar hoy en día, pero ya no es el eje central de mi concepto, ya pasó a otro plano; la diversión está ahí, la jocosidad está ahí, pero no es lo único que tengo que decir: hay muchas otras cosas que tengo que decir ahora, ya de adulto, ya más maduro.
-¿Cómo describirías cada uno de tus discos? ¿Qué características tiene cada uno?
-Es simplemente el paso de la vida, el ir madurando. Lo mejor a esa edad, a los 27, 28 años… yo traía toda la fiesta encima y quería beber, besar a las chicas, reírme… y ahora, al paso de los años, las necesidades van cambiando, los gustos van cambiando; mi léxico va cambiando, la educación, todo. Ahora puedo lanzarme por mis discos. El primer disco fue independiente: “Lazcano Malo”, a secas, era siempre sobre la risa; por ese disco llegué a Sony con el mismo concepto, aúnque ya había atisbos de otra necesidad: otros temas que había que contar. Después llegó “El Último Niño Héroe”, otra vez solo e independiente, aunque ya no había tanto humor, aunque seguía estando ahí. Después llegó “Parte del Show” y era como más personal, más íntimo, más introspectivo, según yo. Y ahora este disco es como más redondo, pero también más reflexivo, más interior, sin olvidar el humor; claro, el sarcasmo, pero ya hay más opciones que dar al público.
-Hay canciones que son las favoritas del público, ésas que no pueden faltar en un show. ¿Cuáles son?
-Hay canciones que no se pueden omitir en un concierto mío; efectivamente están “El Caballito de Mar”, “Huitzilopoxtli”, “El Rey del Universo”, por contar algunas. Generalmente, trato de escuchar al público. Hay gente que va a escuchar una canción que le tocó el corazón, que a lo mejor no le tocó a mucha gente, pero a él sí. Entonces, cuándo me piden un tema que no está originalmente, pues hay que cantarlo. De hecho en este disco, la canción “Caballito de Mar”, la canto con el maestro Armando Manzanero, y el otro dueto que hago es con Reyli Barba: “La Blondie Morena”.
-¿Aún recuerdas cuál fue la primera canción que escribiste?
-La primera canción que escribí fue en ciudad Victoria, a la primera novia que tuve en mi vida. En ese tiempo, ella tenía contestadora en el teléfono. Yo no tenía dónde grabarla y se la canté completa, y al otro día terminamos. Jamás supe nada de esa canción.
-Y volviendo a Paradojas, ¿cómo fue el proceso de estas canciones?
-El proceso fue largo: empezamos en mayo del año pasado y se va acabar ahora en marzo. Son diez meses de cocinarse a fuego lento y bueno, estoy apostándole a entregar un buen producto. De repente los tiempos y la tecnología hacen que ya no aprecies las cosas; ahora le están apostando a que la gente coleccione esa música. Y es que ahorita hay una crisis con los compositores, como ya no se venden discos, pues los compositores hacen cualquier cosa: ya no le echan cerebro y corazón a las canciones, y el resultado es una canción hueca que suena en la radio y ya. El producto que estoy ofreciendo, que son estas canciones, es un producto que me ha llevado meses en hacerse la grabaciòn, porque aparte hay un background del todo el cerebro que le metí. Este disco está hecho para perdurar, para que se quede en la mente la melodía, la letra de la canción. No es un producto que tú compras por accidente y que a lo mejor no tiene nada de sustancia. Hay discos que son insípidos, que no saben a nada, y sin embargo lo compraste en el momento. Estás emocionado porque estás ligando a una chica y se lo regalaste o ella te lo regaló; entonces lo oíste de camino a tu casa y te diste cuenta que era sólo para escucharlo una vez y ya. Hay una frase que dice: “Hay discos del momento y hay discos para todo el momento”; y el mío es para todo el momento.
-Esta larga historia, como todo, tuvo un principio; en ese entonces, ¿qué artistas influyeron para que decidieras ser músico?
-Definitivamente, Joaquín Sabina es uno de ellos, pero tengo mucha influencia de otros artistas. Sobre todo viviendo allá en Tamaulipas nos llegaba toda la información, la música de Estados Unidos. Ahí tenemos bandas como Kiss, Queen, AC/DC, Eric Clapton; con ellos, definitivamente crecio mi música. Cuando yo llegué al DF no tenía idea de quién era Juan Manuel Serrat o Fernando Delgadillo, por poner algunos ejemplos. Yo venía con la influencia del rock and roll, pero cuando llegué aquí, vi que había todo un movimiento de trovadores y una amalgama en mi cerebro y mi corazón, pues invariablemente forman parte de mi influencia. Cabe mencionar: nunca me sentí cómodo diciendo que era un trovador, siempre decía que tenía influencia propia. Entonces, en una borrachera, Fernando Delgadillo dijo que él era el creador de la canción informal. ¡Ah!, pues yo riéndome, porque había compuesto ‘La Papa Sin Cátsup’, le dije: “Yo soy el creador de la ‘canción bastarda’, porque soy hijo del rock and roll y de la trova, pero ninguno de los dos me reconoce como su hijo”, creativamente hablando.
-¿Cuál fue el momento decisivo que te hizo emprender el camino de la música?
-Mi familia me decía: “Te vas a morir de hambre”, y sí, me sigo muriendo de hambre, pero soy feliz. No, no, ¿en qué momento decidí ser músico?, yo creo que no lo decidí, simplemente apareció. Siempre tuve la inquietud de cantar, y cuándo empecé a tocar la guitarra era sólo para ligarme a las mujeres.
-¿Cómo fuiste formando el personaje de Lazcano Malo? Porque eres todo un personaje…
-Eso es muy interesante, fíjate que yo tenía el pelo largo; actuaba con el pelo largo y todos me decían: “¿Que pasó mi Maná?”, (ríe); me molestaba que me confundieran con ese señor. Entonces, dije: bueno, tengo que buscar un estilo propio. De repente, pasé por una sombrerería y vi el sombrero de copa que siempre me ha gustado y que me ha hecho un icono a lo largo de toda la historia. Comencé a salir con él; y entonces me decían: “¿Qué pasó mi Slash?”, (ríe de nuevo.) Después, vi algo que tenía muchos corazones pegados, y uno de ellos se había caído, lo agarré, y así salí al escenario y me gustó. Leí más tarde una frase de Napoleón que decía: “Hay que tener el corazón en la cabeza”; a lo mejor no lo hizo por las mismas razones que yo, pero tenía razón. El corazón es un símbolo internacional, todos lo ven y saben que es un corazón: es universal y quiere decir que hago las canciones con el corazón y la cabeza. Yo estoy ofreciendo un producto con canciones hechas con el corazón, pero pensadas.
-Con el paso de los años, te has convertido en un icono, en un ejemplo para muchos. ¿Qué dirías a las personas que les gusta la música o que quieren pertenecer al mundo de la música, ya sea como cantantes o músicos?
– A la gente que le gusta la música, le diría que no la compren pirata, y a los que se quieren dedicar a ella, hay una película de Virginia Woolf que dice: “Si tú quieres ser escritor, escribe; si quieres ser compositor, compón canciones.” Y ése es mi consejo: si quieres ser escritor ponte a escribir. A lo mejor, al principio suenan ridículas, a todos nos pasa; sé fiel a tu manera de ser, a tu manera de escribir, pero con el corazón. A veces nos cuesta trabajo y luego nos da mucha pena lo que estabamos escribiendo en ese momento, pero después, cuándo ves que la canta mucha gente que se identifica contigo, entonces empiezas a agarrar confianza para mostrar tu trabajo a las demás personas.
Y así concluyó una charla muy amena con Lazcano Malo, el creador de la “canción bastarda”, dónde nos compartìó un poco de lo que se verá en su próximo show del Lunario, el concepto de sus discos y su trayectoria como compositor, cantante y mucho más.
Gracias por la confianza. Y para despedirme, me quito el sombrero ante una entrevista hecha con el corazón, pero pensada con el cerebro.