La vida, está llena de encuentros y desencuentros, pero sin duda esta columna es para alguien muy especial, esa persona que me ayudó a descubrir un mundo que ahí estaba pero no lo habían explorado sociológicamente, su nombre: Pedro Infante.

Soy socióloga de profesión y, por cuestiones del destino, un día llegaron a mí varias señales que me hablaban de Infante; mi carrera se especializa en el estudio de toda la sociedad y el ídolo de Guamúchil era una parte fundamental para entenderla de acuerdo al contexto que él vivió.

La primera señal, llegó cuando me encontré un día platicando de cine (otra pasión), con jóvenes de aproximadamente 15 años, y les pregunté por su actor mexicano favorito, para mi sorpresa contestaron que Pedro, y más allá habían visto varias de sus películas. Tanta fue mi impresión que eso quedó en mi memoria.

Después, mi mejor amiga Susana Hernández, cuando recién nos conocíamos y mientras degustabamos un platillo se me vino a la mente algo de Infante, y resulta que nuestra sobremesa duró más de tres horas, pues ese mismo destino me había puesto al lado de una de sus más fervientes admiradoras.

De primera instancia, y objetivamente hablando, tenía en mis manos un tema para mi titulación, de hecho era el que sin querer buscaba, porque me encanta hablar de cultura y arte, y no tanto de política y economía, así que era perfecto.

Conocí la figura de Pedro cuando tenía como 8 años por “Nosotros los Pobres” (Ismael Rodríguez, 1948), película que me tocaba verla a lo largo de años porque siempre le atinaba cuando la pasaban en tv; por lo tanto para mí, hablar de Pedro era un drama y llanto, aunque debo confesar que siempre me impactaron esos dos soles que tenía debajo de las cejas.

Cuando me propuse investigarlo, obvio ya tenía una madurez que me permitió analizarlo con otra perspectiva, empecé con “La feria de las flores” (José Benavides Jr, 1942); previamente existían de él dos cortometrajes: “El Organillero” (José Benavides Jr, 1939) y “Puedes irte de mi” (José Benavides Jr, 1940). También ya había participado como extra en la que fue su primera película “En un burro tres baturros” (José Benavides Jr, 1939).

“La Feria de las flores”, era su acercamiento al cine más “formal”, pues aunque no era el protagonista, pues éste lo interpretó Antonio Badú, ya tenía un personaje bien definido. Recuerdo el instante en que Pedro salió en escena y a partir de ahí me robó toda la atención, dejando a los demás actores de lado, ahí pude comprobar que tenía ese carisma que sigue impactando.

A partir de ahí y viendo todas sus películas, me propuse a presentar el título de mi tesis: “El papel del ídolo en la construcción de la cultura popular: Pedro Infante (1917-1957), origen y trascendencia” (DR. UNAM, 2012)

Sin afán de llenarlos de conceptualizaciones sociológicas, comentaré lo que esta investigación de tres años sin parar dejó en mí.

– En primer lugar sus películas y música, que son una dicotomía pues una no existe sin la otra y que es su herencia más preciada.

– Esa voz, con ese color y textura tan agradable al oído, que adornan de forma sencilla sentimientos tan profundos como el amor y el desamor.

– Esa actuación de la que tantos “críticos” están en contra, pero lo que en el fondo no entienden es que es tan natural que resulta profunda. Los guiones, la escenografía, el arte y, por supuesto, Infante en un cerrar y abrir de ojos te llevan a vivir y sentir lo mismo que los protagonistas.

– Conocer ese universo lleno de amor que sólo él mueve. Sus fans, no son cualquiera, me atrevo a asegurar que son únicos, son los más fieles, los más sinceros, son su familia, ésos que cada Aniversario Luctuoso llegan con todos los suyos, caminando en peregrinación, al panteón, para pasar el día con su amigo, su primo, su papá, ese hombre que les dio tanto, ese hombre que hace que un día negro se llene de colores con tan sólo ver su foto, ese hombre que es suyo y nadie podrá quitarselos, ese que sigue viviendo en el corazón donde se guarda las cosas más preciadas, las que les son propias porque forman parte de la cultura que vivencian en su comunidad.

Pedro Infante es y será el máximo representante de la música vernácula mexicana porque su voz, aunada a la letra de sus canciones (escritas por muchos de los mejores compositores de la Época de Oro del Cine Nacional), resume los valores que nos identifican en el mundo entero (aunque a estas alturas del siglo XXI muchos se esfuercen en negarlos): los que nos dan identidad, cohesión y certidumbre de ser mexicanos.

Este día es especial para los Infantistas tanto de México, y del mundo, hoy Pedro Infante cumpliría 100 años, hoy se celebra a ese actor y cantante, pero sobretodo humano que seguirá y seguirá viviendo en los corazones de millones de personas. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!