Mesas, velas, flores, agua y el vino esperando descorchar, desde hace un tiempo.
Un clima templado, la noche estrellada y la luna sonriendo hacían trío con tu sonrisa; la oportunidad depositada en mí, tenerte por primera vez.
-Tú eres, esa persona que…
Tu beso me sorprende, es cálido; el roce es tan dulce que podía quedarme unida a ti; tiene miedo tu boca, quizás porque el beso implica arañar los secretos.
Te abrazo y siento correr un ejército de mariposas alcahuetas, esperando que no te suelte, y en verdad no quiero hacerlo.
En tus brazos puedo sentir tus heridas, palparlas, rozarlas; todas las cargas en tu espalda, una tras otra; cicatriz tras cicatriz, mis palmas las cubren y te alejas un poco…
-Déjame…
Beso tus heridas hasta llegar a tu oído y susurro: No importa quien las hizo, no tengas miedo, YO, QUIERO MIRARTE A LOS OJOS MAÑANA. Siénteme, sólo hazlo; escucha a mi corazón que está saltando de alegría.
Sigo…
Tomo tu ropa, te observo…
Te amo más.
Tomo tus pies con llagas, se notan cansados de tanto caminar y no encontrar…
Sigo por tu piel hasta tu vientre emocionado…
¡Suspiro!
Coyunturas, muslos… todos tiemblan al unísono…
Mi mente me dice: “¿Será amor?…” Mi alma, cuerpo, corazón, razón, conciencia me gritan: “¡SÍ!”
Te oigo susurrar: “No te vayas nunca, no me falles… Jamás, miraría tus ojos como una esclava y ahí encontrarías la verdad…Te Quiero.”
Yo más…
Las heridas ya no están…
El sol me da en la cara, quema; pero me abraza su calor y sonrío… Despierto.