El lunes pasado venía escuchando por #iVoox el podcast de “Con el huevo al aire” que estaba dedicado al pasado 17 de mayo Día de la lucha contra la homofobia, cabe destacar que comencé a hacerme fan del programa porque semanas antes habían puesto un Remix de Madonna el cual se me hizo muy bueno (por cierto, muy recomendable al escucharlo, su voz es un tanto sexy…) así como este se hace llamar el “huevo” mencionó algunos de los porcentajes que brinda el CONAPRED con respecto a esta. Indica que “4 de cada 10 personas, no quieren tener en sus casas a un homosexual” y, ahí mi mente recordó algo que me había dicho alguien a quien amaba y ya no está.
Hace 17 años hable con mi madre acerca de que estaba sintiendo “cosas” por un chico, a lo que mi madre me dijo que estaba atravesando por una etapa y, que estaba confundido; así que me puse a investigar y, aunque tengo otro primo que también es gay, él no fue de mucha ayuda, pues mi familia no tiene mucho contacto con el. Casi terminaba el plazo que me había fijado para hablar con mis padres y decirles lo que había investigado acerca de lo que yo sentía.
Me llegue a odiar pues, me resistí a la idea de ser gay, pues es todo un proceso. Aceptarte, amarte, valorarte, crear esa fortaleza mentalmente para poder sobrellevar cualquier ataque hacia tu persona.
Después de instruirme en la etiqueta, acudí con mi prima, a quien le tenía mucha confianza, le mencione que tenía miedo de contarles a mis padres, pues yo los creía muy cuadrados y, no sabía cómo poder acercarme a ellos. Ella me dijo que, no tuviera miedo, ellos siempre me iba a amar pues era su hijo, su sangre y que la sangre llamaba. Ella me dio mucha confianza para hacer lo que ya había pensado.
Cierto día me armé de valor y los junte (mi madre y mi padre) les mencioné la frase más sonada: “tenemos que hablar”, los junte en mi cuarto y les mencioné que en base a la previa platica que había tenido con mi mamá, que tenía algunas dudas cerca de mi sexualidad, que había investigado y que no era una enfermedad, que no podía usar “paracetamol” y me curaría. El semblante de mis padres no cambió, a excepción de mi madre.
Mi padre me dijo: está bien, comprendo que puedes estar sintiendo, no pasa nada. Tú sigues siendo mi hijo, te quiero como eres, no cambiaría nada. Eres igual a mí, que te hace falta?” Yo, simplemente aspiré y sentí alivio, pues de quien menos me esperaba esa reacción, era de él.
Sin embargo, mi madre estaba roja del coraje, malhumorada y como si le hubieran echado una cubetada de agua fría; miraba a mi padre con signo de desaprobación y me miraba con desprecio. Se levantó de la cama y me dijo: “cuando naciste me dijeron los doctores que había tenido un varón, no comprendo porque eres gay!?” Mencionó molesta; se veía eufórica, a punto de golpear al primero que le retara su autoridad. Completó con la siguiente frase: “si me hubieran dicho que, mi único hijo varón, iba a ser homosexual yo le hubiera matado, la gente como tú me da asco; mejor te hubieras muerto”, después de decir esto, su complemento fue: “te quedaras solo, nadie quiere a ese tipo de gente, nunca serás feliz, si bien te va, morirás SIDOSO…” salió de mi habitación azotando la puerta.
Al escuchar las palabras de la persona que me había parido, los ojos se me llenaron de lágrimas, el corazón se me había partido y, las palabras hirientes se me encarnaron como un tatuaje.
Mi padre se acercó a mí y me dijo: “tú siempre serás mi hijo, eres mi orgullo seas como seas, ignora lo que tú madre dice, no puede pensar solo está molesta, mañana cambiará su semblante”, me dio una palmada en la espalda y salió de mi cuarto. Sintiéndome como el hongo de la pus que emane de una infección, la verdad es que no tenía ganas de salir de mi cuarto; es más, no quería salir de él nunca.
Quizá la nota del programa que escuche me hizo regresar el tiempo unos 16 años atrás; sin embargo, lo que realmente me intrigó era que en pleno siglo XXI el 40% de la población no quiera tener en sus hogares a un homosexual. Asimismo, hay gente que como su servidor, sufría homofobia dentro de casa; fue difícil más no imposible sobrellevar el trato de mi madre. Es esta homofobia la que únicamente es disminuida, más no erradicada.