Hoy estamos de fiesta, celebramos “El Día del Libro y la Rosa”, lo que me lleva a cuestionarme ¿Por qué? Y a esta pregunta le siguen otras más, por ejemplo: ¿Qué es un libro? ¿Para qué sirve? ¿Qué tema elegir? ¿Cuál autor? ¿Hace cuánto no vas a una librería?… y a partir de ellas, empiezo a divagar
Lo fundamental para contestarme esas preguntas es ¿cuándo empecé a leer y por qué me apasionan los libros?
No voy a contarles una historia truculenta de que mis padres y maestros me obligaban a leer, porque en mi casa no había libros, y en la escuela existía un gran salón con un letrero a la entrada que decía: BIBLIOTECA, era un espacio enorme, lleno de estantes metálicos que, ¡oh sorpresa! no tenían libros, estaban vacíos; claro es que los únicos libros a mi alcance eran los escolares, de los que aún guardo gratos recuerdos.
Aunado a la anterior, considero que me empezaron a interesar los libros por una circunstancia especial; yo era una niña muy tímida, pero con una curiosidad incansable. Por azares del destino llegó a mis manos un libro de cuentos, donde se narraba la historia de una niña llamada María José (obvio, era español) que un día decide ir a matar a los “malos” que crucificaron a Jesús, en un lugar muy lejano, entonces, yo me pregunte ¿dónde pasó eso?, ¿por qué lo hicieron?… y las respuestas no llegaron.
Otra circunstancia fue que algunos de mis maestros me ayudaron, indirectamente, a convertirme en una lectora incipiente, tal es caso de mi maestra de sexto año, que me dejaba a la hora de recreo “a cuidar el estante” y me permitía “hojear sus libros”, que en esa época eran editados en Europa, con maravillosas ilustraciones de vívidos colores, que me hacían transportarme a lugares lejanos y desarrollaban mi imaginación, a la par que me convertía en una ávida lectora, amén de que fomentaran mi vocación de maestra.
Al igual que muchos adolescentes que siguieron estudiando no sólo la educación primaria, sino, al asistir a la secundaria, mi horizonte de lecturas se amplió, debido a las recomendaciones de los maestros; así apareció la poesía, creo que ese fue el motivo de mi incipiente romanticismo, pero eso es otro tema; mi familia y especialmente mi Madre “Doña Cuquita” le permitía a su hija, enfrascarse por horas en la lectura de cuanto libro llegaba a mis manos, siendo el caso, que uno de mis vecinos que estudiaba medicina y había formado una pequeña biblioteca, que para muchos de nosotros era enorme, me permitía leer sus libros, circunstancia que nunca he dejado de reconocer, debido a la importancia que esto tuvo en mi formación,. Tiempo después me enteré que eran las Joyas de la Literatura Universal, no sólo cuentos o novelas clásicas, sino también las obras de algunos filósofos de difícil lectura, pero mi interés por la lectura no decaía.
Pasado el tiempo mis lecturas me llevaron por otros caminos, siendo otro motivo fundamental que mi hermano Jesús trabajara en una editorial, lo que entonces me permitió tener acceso a otro tipo de libros. Así surgió, creo yo, mi interés por la historia y la antropología, sobre todo los libros sobre nuestro pasado prehispánico y los cronistas de las grandes epopeyas que ocurrieron al descubrirse América, pero nunca dejé de interesarme por los cuentos, sobre todo si son de ciencia ficción, y especialmente por la novela, siendo ésta última mi pasión, no me importa si es histórica, de viajeros o biográfica, en particular la llamada “novela negra”. No cambio una buena relectura de Agatha Christie, con sus personajes Miss. Marple o Hércules Poirot resolviendo un caso, donde no siempre el asesino es el mayordomo. La narrativa me ayuda a superar muchos sinsabores, y como decía antes, me permite seguir fomentando mi curiosidad e imaginación. Mención aparte merece una zaga, donde se unen las temáticas que me apasionan, y es sin duda la obra de una de mis escritoras favoritas, Jean M. Auel que con su serie de novelas de corte prehistórico, narra el surgimiento y desarrollo del hombre en los albores de la humanidad, siendo el personaje principal una mujer-shamán, que a lo largo de su viaje a través de Europa y parte de Asia, en la época de las glaciaciones, participa en la creación de la medicina, la alimentación, la domesticación de animales, etc…, pero fundamentalmente en el surgimiento de la sociedad humana; tanto me apasiona esta obra, que no me canso de recomendar su lectura.
Por todo lo anterior y mucho más que se queda en el tintero, perdón, en donde será ahora, época de la cultura digital, tengo que agradecer a los que me permitieron directa o indirectamente tener un libro en mis manos, y con ello seguir viajando a mundos maravillosos que mi mundana existencia no me permite conocer, y continuar siendo una lectora voraz cuando el tiempo y el facebook, esos enemigos implacables, me lo permiten. Para concluir, sólo diré: FELIZ DÍA DEL LIBRO.
¿Y la ROSA? Es la belleza y el amor…