Hace un par de días comiendo con una amiga quien tiene mi edad, con dos hijos y un embarazo gemelar, en su segundo matrimonio, me hizo un comentario “constructivo” como: “deberías sentar cabeza, y conseguirte una mujer para casarte y tener hijos…”
“En ése momento, mi mente voló a lo que sería mi “Realidad Alterna”, mi –Yo Heterosexual-. Me imaginé saliendo del trabajo actual, con mi esposa y mi hijo de 3 años esperándome en casa y ella embarazada […], quejándose porque ya subió todo lo que respecta a la canasta básica y mentándome la madre porque “queríamos tener otro hijo…” y todas las peripecias que vive una pareja en ésta situación…”
Inmediatamente, tomé de las manos a mi amiga embarazada y le dije: “no puedo ser quien tú quieres que sea; éste soy yo, y me amo”. Lo que me llevó a escribir esta nota…
Cuando estamos chicos aproximadamente entre 15 y 17 años, tenemos ganas de crecer, para ir a las fiestas, beber, conocer gente, llegar tarde, etcétera. Cuando tenemos esa libertad de tener la edad para poder hacer esas cosas, adquirimos nuevas responsabilidades que, en el mejor de los casos, nos va preparando para el futuro, tanto académicamente, personalmente y mentalmente. En algún momento de éste proceso, entra la expectativa de la gente, tu familia, el entorno o solamente los parámetros sociales van incrementándose; el “deberías” (casarte, tener hijos, comprarte casa, etc…) va mermando cada uno de tus sueños, entre, lo que esperan de ti y lo que TÚ esperas de ti.
Cada uno en diferente medida y tiempo, va realizando lo que para nosotros mismos consideramos correcto, el “debería” lo vamos incluyendo en nuestro día a día. Pero, ¿qué sucede cuando uno simplemente no le interesan esos estándares?, cuando el casarte no es un tema que te quite el sueño, cuando el tener hijos antes de cierta edad no representa una ley por el simple hecho de que no lo crees conveniente, cuando comprarte casa es el acto de egocentrismo más grande; simplemente no lo crees importante. Tienes otras expectativas por cumplir, como impulsar un negocio a la par de tu carrera en tu empleo actual, etc.
Cuando el paso de la edad te va cobrando factura y ya no luces tan guapo como a los veintes, no soportas una desvelada como antes y tu cuerpo comienza a resentir que a tus más de treinta años, lo único que esperas es que no te digan que “debes” hacer con tu vida, la cual es única y propia.
La gente, amigos, familiares y personas que te encuentras en tu día a día creen que el opinar de tu vida es trascendental, sin embargo sólo tú, sabes que son opiniones que, no te ayudan en tu vida, el cómo luzcas ante los demás sólo es un reflejo de lo que tú eres, y eso es lo que debe importarte; al punto que quiero llegar es que, se amen, sean como sean, ámense, valórense, si están casados, amen a su familia, amen a sus hijos, enséñenles que deben respetar la individualidad y que no siempre, lo que es bueno para mi “debe” ser bueno para ti; si son solteros como yo, ámense aún más, valórense aún más y respétense aún más porque a veces por dejar de ser “solteros” olvidamos quienes somos, nos olvidamos de que antes de ser novio(a) de “fulanito(a)” soy yo; reconstrúyanse, somos seres que podemos cambiar (de modo de pensar, de forma de vestir, hasta de hábitos) crean una nueva versión de ustedes mismos, sean leales a sus ideales, y sobre todo nunca, pero nunca olviden de donde son.
A veces las cosas más fáciles son las que podemos hacer nosotros mismos, lo difícil es tomar la decisión.