Hace algunos días por medio de Facebook me enteré de la muerte de una ex compañera de trabajo y aunque esas noticias son de por si impactantes, ésta en particular me hizo sentir nostálgica y bastante sacada de onda. No hablamos de una mujer mayor, que haya podido realizar su vida del modo que todos creeríamos: era una jovencita que acaba de graduarse y que era feliz (o por lo menos eso pensaba yo), siempre tenía una sonrisa, una mirada confortable y un “todo estará bien” para cada vez que te acercabas a platicarle tus traumas. Ah y fan de los Beatles (de ahí que mi playlist toque esta canción mientras escribo esto).
Ese día sentí un hueco en el pecho, tuve ganas de llorar y camino a casa comencé a pensar en que corta e inesperada es la vida: Sé que suena bien choteado porque cada vez que alguien muere comenzamos a pensar en todo aquello que no hemos realizado, palabras que no hemos dicho por temor o por pend…En todos los planes que por una u otra razón no llevamos a cabo… Y cuando se nos pasa el sentimiento, regresamos a la misma vida (si es que así se le puede llamar a eso que diariamente tenemos que enfrentar).
Recuerdo muy bien que el 10 de Mayo y el día del padre les dije que no esperaran un día en particular para valorar a la gente que tienen a su alrededor; ahora les repito lo mismo con un pequeño plus: NO esperen que algo rudo les ocurra a ustedes para poder hacer, decir y vivir todo aquello que siempre han pensado. Para mí, este 2015, ha sido de cosas variadas: enfermedades, nacimientos, situaciones que JAMÁS creí volvería a vivir y el conjunto de todas ellas han comenzado a cambiar mi forma de ver este rollo que llamo MI VIDA.
La verdad, a veces soy taaaaaaaaan yo, que olvido completamente eso que ahora les digo: y gracias a la rutina vuelvo a caer en lo mismo: me enojo por cualquier tontería, me complico la existencia pensando en cosas (y personas) que no son indispensables en mi camino, dejo de lado lo que sí puedo disfrutar y me encanta jugarle a la “drama queen”. Es en estos momentos donde mi yo interno se está dando una cajeteada monumental porque les hablo de vivir y yo caigo en ese errorcito por el arte de jugarle al wey.
Me siento parte del club de los optimistas (y jure que jamás lo haría) pero creo que todos coinciden en que vida es una: que hagas lo que hagas debes ser feliz, que nadie tiene la capacidad de decirte tu accionar pero sobre todo: que el tiempo ingrato JAMÁS regresa y que las oportunidades que se presentan son para agarrarse y vivirlas al máximo acompañadas del bonito: A chingar a su madre… (Disculpen el léxico tan soez).
No me cansare de repetirnos que somos los únicos capaces de llevarnos al cielo o al infierno en un instante… O que en algunas cosas debemos ser como Juan Escutia (aventarnos a lo loco), que lo único que importa es lo que nos llene de felicidad y es muchísimo mejor acompañados de la gente que realmente lo valora y nos hace parte de su andar. Y sobre todo que dejemos de jugarle al pendejo (de nuevo lo siento) pero a ver si así entendemos que lo único que nos vamos a llevar cuando muramos es todo aquello que hicimos, lo que dejamos ir y las dudas de lo que pudo ser y nunca descubrimos.
Elijan unos tenis o zapatos cómodos, ropa suave y un playlist con madre… ¡¡Creo que para andar no se necesita más que eso!! Jamás dejen de tener presente a su gente amada pero si en algún momento, un alguien especial, se les llegara a unir agradézcanlo porque pocos son los afortunados que pueden dejarles algo.
Y háganlo como decía Blue Eyes (Frank Sinatra): I DID IT MY WAAYYYYYYYY… (A SU MANERA).