Somos testigos de la forma pertinaz e insistente de cómo los seguidores del no hace mucho fallecido Antonio Pedro (José Antonio Hurtado Borjón, su verdadero nombre), a quien sus seguidores señalan y consideran que fue el mismo Pedro Infante, el ídolo por excelencia del pueblo mexicano, y de quien dicen que no murió en el fatal accidente de aviación ocurrido en el Aeropuerto Internacional de Mérida, Yucatán, el lunes 15 de abril de 1957. Han negado hasta la saciedad (incluso la foto en que se le ve dirigiéndose a la nave acompañado por sus compañeros de vuelo), que Pedro Infante Cruz  haya estado a bordo del avión tetramotor marca Consolidated  Vultec B – 4 – J, modelo Liberator, matrícula XA – KUN de Tamsa, viejo carguero utilizado por los Estados Unidos de América (USA) en la Segunda Guerra Mundial para el  traslado de tropas a los frentes de batalla.

Última fotografía que le fuera tomada en vida a Pedro en la que se le ve dirigiéndose a la fatídica nave en compañía del Capitán Aviador Víctor Manuel Vidal Lorca y el mecánico Marcial Bautista Escárraga, sus compañeros de innumerables viajes (foto tomada de Internet).

Entre sus postulados o teorías esgrimen que desde las altas esferas de gobierno, se había dado la orden de asesinarlo por, supuestamente, haber mantenido un romance con la bella actriz francesa y ex Miss Universo 1953 Christiane Martel, de quien manifiestan que en ese entonces era “la amante del abogado Miguel Alemán Valdés”,  ex Presidente de México (01/DIC/1946 al 30/NOV/1952), pero los esbirros encargados de cumplir el mandato, resultaron ser admiradores de Pedro y le informaron de la orden que se les había impartido, proponiéndole que no suba al avión y sea suplantado por otra persona. Supuestamente, Infante aceptó la proposición y fue otro quien pereció en el vuelo fatídico, mientras que él era secuestrado y trasladado a un lugar desconocido. No se sabe si su familia fue informada de esta situación, porque no lo han dicho, o si se mantuvo en total secreto.

Algunos antoniopedristas reconocen que Infante fue parte de la tripulación y que realmente estuvo presente en el avión siniestrado, pero que antes de que se estrellara en el suelo y explotaran los tanques llenos de gasolina con las consecuencias por todos conocidas,  tuvo “tiempo para saltar y caer en un plantío de naranjales”, árboles cuyas ramas amortiguaron su caída salvando su vida. Pero, lo que no nos dicen es si quedó leve o gravemente herido por el impacto, o en su defecto,  si resultó ileso. Tampoco se nos dice quién o quienes lo auxiliaron o raptaron, ni el lugar al que fue trasladado para su confinación o tratamiento médico, en el supuesto, de haber resultado herido. Al respecto, han llegado a deslizar la información que luego de ser secuestrado fue llevado al Perú, país que se identificó con el artista azteca y aplaudió su presencia tan solo tres meses antes de que ocurriera su muerte,  pero tampoco señalan el lugar, lo que nos lleva a deducir y concluir, que todo cuanto dicen no son más que meras especulaciones.   

Dentro de sus elucubraciones han llegado a manifestar que algunos personajes de la farándula mexicana y del entorno del sinaloense, tales como la talentosa  actriz Carmelita González; el actor, escritor y guionista Pedro de Urdimalas (José Camacho Villaseñor); el actor y guionista Roberto Gómez Bolaños (chespirito); la sensual cantante y actriz María Victoria; y el  inigualable genio de la comedia Mario Moreno “Cantinflas”, conocían esta parte de la historia del ídolo, e incluso, de que el divo de la comicidad le habría proporcionado refugio en el rancho que tenía en Ciudad de México. Por último, dijeron que la familia Infante conocía que Antonio Pedro fue el ídolo de México, pero, que negaban este hecho por cuestiones económicas, ya que muerto el afamado artista les redituaba mayores ganancias. En cuanto a las razones que dan sobre las razones que lo hayan motivado a asumir la personalidad de una persona que realmente existió, son muy vagas y poco creíbles.

Analizadas las teorías con las que pretenden demostrar que, en efecto, José Antonio Hurtado Borjón y Pedro Infante , el celebrado y mítico cantante y actor mexicano convertido en leyenda después de traspasar el umbral de la muerte,  fueron una misma persona, podemos decir, que en nuestro concepto se trata de dos personajes totalmente distintas, puesto que por sus características físicas no puede deducirse que sean las mismas. Los argumentos a los que apelan para tratar de convencernos de la veracidad de sus postulados, no son totalmente convincentes ni concluyentes. Y esto se nota más cuando pretenden encontrar sustento para  “los casi 26 años de desaparición forzosa” (desde abril de 1957 a febrero de 1983) con historias que más parecen divagaciones que pruebas cabales con las cuales certifiquen y demuestren la veracidad de sus manifiestos.

Con referencia al supuesto idilio que Infante mantuvo con la actriz Christiane Martel, podemos decir que ella resultó elegida Miss Universo 1953 en el concurso de belleza que se realizó en Long Beach, California, USA,  y que tuvo su corolario el 17 de julio del mismo año, cuando se le coronó y se le entregó el cetro que la acreditaba como la triunfadora. Martel arribó a México el año 1954 para tentar suerte como actriz. Estuvo brevemente casado con el hombre de negocios que respondía al nombre de Ronnie Marengo, de quien se divorció el año 1955. No se puede negar que con Pedro se conocieron y mantuvieron una buena amistad, la misma que quedó certificada con la foto que se les tomara juntos durante el desarrollo de la Maratón Guadalupana que se realizó en el Estudio N° 1 de la XHTV (Canal 4) en el edificio de la Lotería Nacional en el Distrito Federal  entre las 9 de la noche del día sábado 23 de octubre de 1954 hasta  las 00:30 horas del día lunes 25, evento del que el artista sinaloense se convirtió en propulsor y conductor, consiguiendo que su sola presencia  despertara el espíritu solidario de pobres y ricos del pueblo mexicano , los mismos que de acuerdo a sus posibilidades económicas contribuyeron voluntariamente para reunir la friolera de $ 1’300,000.00 pesos mexicanos, de ese entonces, que sirvieron para emprender la remodelación o restauración de la antigua Basílica de Guadalupe, de quien era ferviente devoto.  Sobre Christiane Martel diremos también que en 1958 se conoció con el abogado Miguel Alemán Velasco, hijo del también abogado Miguel Alemán Valdés, ex presidente de México quien se convertiría en su esposo el año 1961, mismo que años más tarde se convertiría en Gobernador del Estado de Veracruz.

Hemos tocado detalles de la vida de Christiane Martel,  especialmente en lo referente a las fechas, para probar que lo dicho por los antoniopedristas no tiene base sólida ni sustento, que la fragilidad de sus argumentos constituye afirmaciones que no merecen tomarse en cuenta por su falta de seriedad. Manifestar que los sicarios encargados por el gobierno para poner fin a los días de Pedro, no cumplieron la orden emitida por sus superiores  por ser admiradores del ídolo, y antes más bien, le informaran de los planes que se había urdido y  tramado en su contra resulta por demás inverosímil, ya que es fácil deducir que el incumplimiento a la orden que les fuera dada,  para ellos, hubiera representado la desaparición, su  muerte o la de sus familiares.

Pedro Infante y la bella actriz de origen francés Christiane Martel, aparecen sonrientes en una foto que les fuera tomada durante la transmisión de la Maratón Guadalupana en octubre de 1954. El reloj en la pared marca la hora exacta en que le fue tomada esta foto del recuerdo.  (foto tomada de internet)

Tampoco es creíble, cuando variando su teoría inicial de que quien subió al avión no fue Infante, nos dicen que los sicarios que recibieron la orden de ejecutarlo, asesinaron a una persona ajena al problema por el solo hecho de que su complexión física  era muy semejante a la de Pedro, para luego de ello, colocarle la esclava de oro del sinaloense en la muñeca derecha del cadáver, supuestamente, para dar la impresión que se trataba de él; subirlo a la aeronave para suplantarlo en el vuelo (entiéndase que con la anuencia o complicidad del capitán piloto y del mecánico de vuelo); y a continuación (sin que estos últimos fueran enterados), sabotear el avión para que se precipitara a tierra una vez iniciado el vuelo y mueran quienes iban a bordo. Tampoco es aceptable, la versión en la que señalan que  el antiguo carpintero de Guamúchil,  instalado en la cabina del avión, al ver que la nave se precipitaba a tierra  se arrojara al vacío cuando, y menos, que haya sobrevivido al impacto, considerando la velocidad que registraba la aeronave en ese momento, que era de aproximadamente 250 kilómetros  por hora.

Su versión sobre la supuesta amnesia que habría padecido Pedro Infante luego del accidente aéreo, también puede tomarse como una afirmación falsa y dicha al azar, ya que tampoco señalan cómo así la adquirió o en qué momento se le presentó. Antes de proseguir analizando este punto,  no hay que olvidar que una de las versiones que vertieron fue que el natural de Mazatlán no subió a la nave fatídica y que fue suplantado antes de que la nave despegara por una persona a quien los sicarios  habían asesinado previamente;  esbozaron igualmente la teoría de que saltó de la nave  antes de que esta impactara en tierra y explosione, cayendo en un plantío de naranjas que amortiguaron su caída y salvaron su vida. Repetimos, jamás han dicho nada sobre las condiciones en que quedó después de que su cuerpo  impactara en el naranjal, consecuentemente, se desconoce si salió ileso o herido de este percance. Ante tantas versiones, la duda nos asalta y lógico es que nos preguntemos, sobre las circunstancias que pudieron originarle la amnesia que dicen padeció. Ergo,  en este punto siempre entraremos en el terreno de las especulaciones,  ya que quienes manifiestan  que José Antonio Hurtado Borjón era Pedro Infante, no se han preocupado por presentar pruebas  tangibles que demuestren que lo que dicen es cierto, lo que sin duda,  implica o significa, que no las tienen.

Después de ello dijeron que fue confinado en la Colonia Penal Federal Islas María, de dónde se dice que era imposible eludirse o fugarse, de no ser que se contara con apoyo logístico desde adentro y desde afuera de la indicada penitenciaría para tener posibilidades de éxito. Las circunstancias y el momento en que abandonó este penal son hechos desconocidos,  pues aparte de no haber dicho nada al respecto, y menos, presentar pruebas de ello, no existen registros de su estadía o fuga de dicho penal, considerado como de máxima seguridad. A continuación, cambiaron el escenario donde supuestamente había sido trasladado luego del accidente y lo encontramos deambulando por las calles de algún poblado ubicado en la selva de Oaxaca, en donde, a su decir,  se produjo  “el milagro de que le volviera a crecer el cabello y se curara de la diabetes que se sabe padecía”, desconociéndose si por allá se dedicó a algún oficio o si  realizó alguna actividad artística por las cuales lo recuerden los lugareños, y mejor aún, si esa gente en algún momento pensó que ese personaje era el “mismo Pedro Infante en persona”. Sobre esto, tampoco han dicho nada. También lo sitúan en la sierra del Estado de Chihuahua, sin especificar el lugar exacto ni los oficios a los que se dedicó mientras estuvo por allí, lo que hace muy vaga esta versión y no puede considerarse valedera. Tampoco nombran a personas que puedan dar fe que efectivamente, estuvo por esos lugares  

Ahora bien, de las imágenes vistas en los primeros videos que  han publicado en internet Cuco Leyva y otros de sus seguidores, hemos podido apreciar a un Antonio Pedro que no muestra síntomas de padecer amnesia, lo que sí hemos podido darnos cuenta,  es que prefería eludir las preguntas comprometedoras relacionadas con la vida del actor sinaloense que desconocía,  por lo cual, generalmente,  solicitaba en las entrevistas que daba a algunos medios informativos (radiales y televisivos mayormente), que quienes lo interpelaran o entrevistaran, que no se tocara el tema de Pedro Infante, aunque, la tendencia en las presentaciones artísticas que realizaba, era de mostrarse luciendo réplicas de los trajes que Pedro vistiera en sus películas, con lo que nos deja la impresión, de que su principal objetivo era crear cierta nostalgia entre quienes lo veían por el ídolo artístico azteca y que se pensara que él, era el ídolo a quien el pueblo seguía añorando. Con el tiempo, claro está, se hizo notorio el daño que le causó a su memoria el síndrome de Alzheimer que padeció, lo que  hizo que olvidara rápidamente mucho de lo que  había tenido que aprender y que se le había inculcado para que asuma el rol de “Pedro Infante resucitado”. Esta situación puso en aprietos  a sus mentores y  adláteres que la mayor de las veces eran quienes fungían como entrevistadores,  y los llevó prácticamente,  a la imperiosa necesidad de ponerle en la boca las respuestas que debería dar a las preguntas que le fueron formuladas, tal como puede escucharse en el audio que Cuco Leyva colgó en Internet, en que se escucha a un Antonio Pedro balbuceante que no sabe qué contestar. En este audio se le escucha decir a doña Gloria, su esposa, decir que Antonio Pedro solo es un imitador de Pedro.   

La gente humilde y menesterosa confiaba en el natural de Sinaloa y acudía a la casa de Cuajimalpa en Pascua de Reyes en busca de ayuda para paliar la miseria y el hambre que acechaba sus hogares (foto tomada de internet).  

Por todo lo expuesto, no resulta fácil digerir estos argumentos, porque de ser cierto, nos estarían presentando a un Pedro Infante que no conocemos, por qué contrasta totalmente con el Infante que sus admiradores conocemos y valoramos. Por todos es sabido que Infante era dueño de una gran personalidad y una elevada autoestima que le permitieron fijarse metas y desafíos; enfrentar grandes retos y conseguir sus objetivos. Era además, depositario de muchos dones que le permitían granjearse de buenas a primera el cariño, el aprecio, el amor y el reconocimiento de la gente y los suyos. Dueño como era de su propia vida y consciente de su fama, el renombrado artista azteca era una persona modesta, simple, humilde, sencilla, desprendida, solidaria, servicial, leal, religiosa y extremadamente humana. Los principios cristianos que le fueron  impartidos en su hogar desde pequeño por doña Cuquita, su madre,  lo hicieron dueño de una profunda emoción social que lo motivó siempre a prestar su apoyo oportuno, desinteresado, incondicional y solidario para con los más necesitados; contándose entre estas a un gran número de circunstanciales víctimas  de los elementos naturales que suelen azotar periódicamente el territorio mexicano, tan igual, que aquellos abandonados por la fortuna que se encontraban confinados en las penitenciarías y  cárceles purgando condena por los delitos que habían cometido y que la justicia de su país determinó que deberían ser sancionados con la privación de su libertad. Pero, estos actos de magnanimidad no solo los tuvo para con la gente humilde de su país, sino, también, alcanzó a gente necesitada y menesterosa de otros países, a quienes la suerte no sonreía.

En el recuerdo vemos a Pedro Infante llevando toda la alegría  y felicidad que su rostro bonachón refleja para sembrar en las almas,  en los corazones y en los físicos resquebrajados la fe y esperanza que tanto necesitaban los pacientes del Hospital Neumológico “Alfredo Valenzuela”, nosocomio construido por la Liga Ecuatoriana Antituberculosa (LEA) en terrenos que pertenecían a la Beneficencia Pública de Guayaquil (Ecuador), el miércoles 2 de enero de 1957 mientras cumplía presentaciones artísticas en ese país. Esta acción que realizara gratuitamente, le valdría un entusiasta y afectivo reconocimiento del pueblo guayaquileño, e hizo crecer hasta lugares insospechados su popularidad en todo el país norteño. Seguimos repasando nuestra memoria y, una vez más, el recuerdo nos lleva a Lima en donde volvemos a encontrar a Infante  cumpliendo el mejor rol que supo desempeñar en su corta existencia, la de llevar consuelo, alegría, paz y felicidad a los enfermos. El último día de su permanencia en nuestro país, visita, bromea y les canta a los enfermos de tuberculosis que se encontraban internados en el Hospital “Bravo Chico” (hoy Hipólito Unanue) que está ubicado y funciona en el distrito El Agustino de la capital peruana. Esto sucedió el miércoles 16 de enero de 1957, atendiendo a la gentil invitación que le hiciera el productor y conductor del Programa “Feliz Amanecer” que se transmitía en esa época por las ondas de Radio Lima, Carlos Rojas. Por la noche, acudiría a la Clínica Americana, para hacer realidad el sueño de un niño que sufría de parálisis infantil, de conocerlo personalmente; deseo que había sido expresado  a través del periodista y locutor radial Guido Monteverde, con quien el actor y cantante azteca desarrollara una gran amistad. Esa visita por poco le cuesta la pérdida del vuelo con destino a ciudad de Panamá (próxima escala de su gira) que debería emprender aquella noche. Cuando llegó al Aeropuerto Internacional de Limatambo (más conocido como CORPAC), la nave de la aerolínea de aviación peruana Panagra se encontraba a punto de despegar.

Fotos que le fueran tomadas a Pedrito en el interior de la penitenciaría de Lecumberri en el D.F. durante una visita que realizó a dicho penal como parte de la labor social que acostumbraba realizar. (fotos tomadas de internet)

El Pedro Infante que conocemos era capaz de dolerse por aquellos que por su precariedad económica no podían adquirir una entrada para verlo actuar en un teatro, cine o arena. Entonces, tal como sucedió en Torreón, Coahuila, el año 1951, en donde debería presentarse en una plaza de toros con toda una gran caravana de grandes artistas como Fredy Fernández “el pichi” y Evangelina Elizondo entre otros. Al llegar y percatarse que una gran multitud se encontraba fuera del recinto, llevó el mariachi a la calle y durante dos horas le cantó a esa gente modesta, que no habiendo podido adquirir una entrada en la taquilla había esperado por horas al artista. Luego de esto, seguido por el mariachi ingresó a la plaza de toros, en donde en premio a su paciencia, comprensión y tolerancia, les cantó durante tres horas ininterrumpida. Otro hecho memorable constituye su presentación en Huatabampo, Sonora, el 26 de enero de 1953. En aquella ocasión había sido contratado para actuar en el baile por el quinto aniversario del Casino Social. A las once de la noche inició su actuación y durante dos horas cantó a los invitados en el salón de baile. Un gran número de la población se había apostado en la Plaza Juárez para escuchar cantar al ídolo del disco y de la pantalla. En un momento dado, el público pidió que Pedro se asomara al balcón. Al hacerlo, Pedro pudo darse cuenta que la gente que a esas horas de la noche se encontraba en la Plaza Juárez, en su gran mayoría era gente modesta, por lo que, desde un tabladillo improvisado que se armó con mesas frente a una ventana, les cantó durante una hora desde la sala de los cristales, ubicada en el segundo piso. Este hecho le generaría cierta fricción con Gaspar W. Quijada, presidente del Casino Social, habiéndose resuelto el impase, cuando el sinaloense le solicitó que le descontara de sus honorarios lo que juzgara debería descontarse, no obstante haber cumplido con su parte del contrato. Un hecho que guarda cierta similitud con las anteriores anécdotas ocurrió en Lima el lunes 14 de enero de 1957, cuando al llegar al Cine Teatro Pizarro para actuar, se encontró con un escenario totalmente lleno, y afuera, en la calle, la afluencia de público era mayor. Con el solícito apoyo de las autoridades del entonces Ministerio de Gobierno y Policía (hoy Ministerio del Interior), cuya edificación se encontraba en la tradicional Plaza Italia de los Barrios Altos, en contados minutos se armó un tabladillo, desde donde el carismático y afamado artista mexicano, acompañado por el mariachi Perla de Occidente, le cantó a ese público entregado y generoso,  que soportando la fuerte ola de calor que azotaba a Lima aquel verano de 1957, lo había esperado estoicamente horas de horas, no importándoles que el sol quemara sus rostros, ni que el sudor empapara sus ropas hasta mojarlas completamente. Demás está decir, que desde aquel día, las simpatías y admiración del público peruano por el galán de innumerables películas, subió como la espuma, convirtiéndose su nombre en sinónimo de GRANDEZA ESPIRITUAL.

Sobre el improvisado tabladillo que se hizo de mesas Pedro le canta a la gente humilde de Huatabampo que se arremolinaba en la Plaza Juárez (Internet)                  

Ejemplos de desprendimiento y solidaridad para con la gente modesta, económicamente hablando, podemos encontrar en su accionar cotidiano sin necesidad de hurgar mucho en su biografía. Quién no recuerda la anécdota del sarape de Saltillo que narraran el maestro José

Alfredo Jiménez y su hermano Ángel. Sí, ese sarape de sublime belleza  que había despertado el deseo de poseerlo en muchas personas, pero a quienes Pedro siempre les dijo no cuando le pedían que se lo regalara o vendiera, incluyendo entre ellos a don Delfino su padre, sus hermanos, dos generales de división, varios artistas, algunas damiselas y el propio José Alfredo. Sin embargo, se lo regaló a un pobre viejito que encarnaba a las personas  humildes y necesitadas de su patria, que para poder subsistir tenían que generarse un ingreso en las condiciones más precarias y adversas. Esto sucedió en la ocasión en que conjuntamente con José Alfredo y don Ángel Infante, se trasladaban de Guadalajara a México en el carro del famoso compositor que conducía Ángel. Pararon frente a un puesto de comidas en que vieron al viejito que tiritando de frío trataba con esfuerzo  de encender el fogón. Pedro se acercó a él y despojándose del sarape se lo entregó al desvalido anciano para que se abrigara. Dándole además, algún dinero, un conmovido Infante le dijo “Ándele jefecito, váyase a dormir, ya no es hora de que esté aquí”. Quiso agradecer el venerable anciano tal acto de desprendimiento besando la mano bienhechora, pero Pedro no se lo permitió.

Pedro Infante, qué duda cabe, ganó una inmensa fortuna a través de sus presentaciones artísticas; grabación de discos; y filmación de películas. Pero, se hace necesario decir, porque la verdad debe de prevalecer, que mucho de ese dinero lo compartió no solamente con sus familiares, sino, que también le sirvió para poder ayudar, socorrer y proporcionarle alegría y felicidad a la gente humilde y necesitada que siempre veían en él a la persona que se encargaría de darle solución a sus problemas. Una muestra de lo que decimos, se refleja en el evento que organizaba y realizaba en su casa de Cuajimalpa cada 6 de enero por Pascua de Reyes, en cuyos alrededores se formaban grandes colas en espera de que el ídolo y su gente empezaran a repartir los  juguetes, víveres y ropa que con su propio peculio había adquirido el sinaloense. No había uno solo entre los asistentes que se haya retirado desencantado por no haber recibido algún presente, todos se retiraban felices y agradecidos, bendiciendo al indiscutido ídolo.  Una anécdota que también nos muestra su solidaridad y desprendimiento es aquella en la que un grupo de estudiantes de una Preparatoria acude a su domicilio para solicitarle su apoyo. El apoyo que requerían consistía en que Pedro se presentara en la actividad que estaban organizando para recaudar fondos. El afamado artista en ese momento se encontraba acompañado por su leal y entrañable amigo Jorge Madrid Campos, su representante artístico. Le pidió a este que verificara en su agenda de compromisos el día que señalaban los estudiantes.  La respuesta puso triste a los estudiantes, pues ese día Infante tenía programada una presentación artística. Al ver la tristeza y la desazón en los rostros  de los muchachos, Pedro les preguntó “qué cuánto pensaban ganar con su participación esa fecha”. Le contestaron que 3 mil pesos. Sacando de su billetera 3 mil pesos  se los entregó diciendo: “bueno muchachos, allí están, quedamos en paz”. Como ejemplo de gratitud, amistad, lealtad y solidaridad para con un amigo en desgracia, la actitud altruista que tuvo Infante para con René Cardona, quien el año 1947 enfrentaba serios problemas económicos que pusieron en peligro su carrera como productor y director de cine. Pedro no olvidó que fue este quien le dio su primer rol protagónico en pantalla en la película “Jesusita en Chihuahua” junto a Susana Guízar, Susana Cora y el propio Cardona. El agradecimiento de Infante consistió en ponerse bajo su dirección en la película “Cartas marcadas”, la  que lo tuvo como protagonista al lado de  la bella y talentosa actriz argentina  Marga López,  sin cobrar ningún dinero por su participación.   

El recuerdo nos lleva al miércoles 17 de abril de 1957, cuando un conmovido Rodolfo Landa en        su condición de Secretario General de la A.N.D.A. en el Panteón Jardín,  instantes antes de que sus restos mortales fueran sepultados en la que sería su última morada, cuando al leer su oración fúnebre, refiriéndose a lo que sentían en esos momentos sus compañeros de profesión ante la dolorosa e irreparable pérdida: “… Tus compañeros para los que fuiste siempre generoso, alegre, festivo, limpio y sano, al despedirte aquí, depositan las guirnaldas de sus más nobles sentimientos y su reconocimiento ilímite por lo que representaste para nuestra Industria Cinematográfica…”  Y es que, Pedro Infante había donado en su momento $ 100 mil pesos mexicanos para la construcción o ambientación del local de la A.N.D.A., y en 1954, destinó el 60% de sus honorarios que le correspondieron por filmar la película PUEBLO, CANTO Y ESPERANZA para la Clínica de Actores. Pedro formó parte de la Comisión de Honor y Justicia de la A.N.D.A. en el período de Jorge Negrete.

Estos elevados valores  le permitieron al artista ganarse el respeto, la admiración y el amor de todo un pueblo que lo catalogó como su hijo predilecto y que, incluso, un gran sector de ese pueblo  llegó a considerarlo su legítimo representante, y a la par, se veían encarnados en él,  porque lo veían como el pobre que triunfó sobre  la miseria y el infortunio hasta encaramarse en el nivel más alto de la sociedad de México, desde donde supo prestar su valioso aporte a las gestas nobles que se emprendían para ayudar a los pobres.

El féretro conteniendo los restos mortales de Infante se abre paso entre la doliente multitud rumbo a su tumba. Grupos de mariachis, los músicos que siempre acompañaron sus canciones lanzan al viento sus notas lastimeras en señal de duelo (fotos tomadas de internet).  

En su afán por demostrarnos que  Antonio Pedro fue en verdad el más renombrado artista azteca, se les olvidó considerar todas las virtudes y acciones que enriquecieron la personalidad de Infante, que como hemos enunciado líneas arriba,  fueron mayormente las que lo convirtieron en el indiscutible ídolo de México. Los antoniopedristas cometen el grave error, por no decir sacrilegio, de pintarnos un Pedro Infante egoísta, perverso, aleve,  inhumano, desalmado e inmoral que está dispuesto a todo para salvar su vida, no interesándole que con esta decisión acarreaba la desgracia y el luto para varios hogares, entre ellos, el del Capitán Aviador Víctor Manuel Vidal Lorca y el del mecánico de aviones Marcial Bautista Escárraga, sus compañeros y amigos de vuelo en innumerables oportunidades. Y no solo eso, sino que también, condenaba al total desamparo a los familiares de estos y a su propia familia, entre ellos sus pequeños vástagos que quedarían en total desamparo y que más adelante serían testigos presenciales de cómo la fortuna construida con tanto esfuerzo por el renombrado actor y cantante se evaporaba e iba a formar parte de la riqueza de los oportunistas que se habían mantenido muy cerca del ídolo.

Como habrán podido darse cuenta de la lectura de lo expuesto, para los seguidores de Antonio Pedro,  para ellos el verdadero Pedro, la desgracia del actor y cantante más famoso de la música vernácula mexicana, nace del supuesto romance clandestino que mantuviera con la bellísima actriz francesa Christiane Martel, la que por ese entonces, dicen, vivía un romance furtivo con el Presidente de la República Mexicana sin especificar el nombre de este.  Pero pretender convertir a ésta en la razón principal para que se conspire contra la vida de Pedro Infante es algo que no puede admitirse, porque sería aceptar que la eliminación física del artista sinaloense, en un momento,  habría sido considerada como política de estado, por lo que, al no haberse concretado en  el gobierno de Miguel Alemán Valdés,  tendría que ejecutarse en la siguiente gestión gubernamental,  que estuvo a cargo de Adolfo Ruíz Cortínes.  Y a todo esto, ¿cuál fue el grave delito que cometió Infante contra el Estado Mexicano para que se hiciera merecedor de la pena capital? Los antoniopedristas nos dan la respuesta a esta interrogante. Supuestamente, haber embarazado a la Martel. Para nosotros, eso representa un absurdo que ni ellos mismos lo creen y menos,  pueden esperar que la gente sea tan limitada mentalmente como para tomar en serio ese tipo de afirmaciones.

Referente a la hipótesis lanzada sobre que los familiares cercanos de Infante sabían que Antonio Pedro era el nombre artístico del verdadero Pedro Infante, pero que no lo aceptaban públicamente obedeciendo a mezquinos intereses, entre ellos, el económico, que de acuerdo con su visión muy particular, muerto el querido y carismático actor y cantante azteca les redituaba mayores ganancias, en mi criterio, también muy personal, esta versión no se ajusta a la realidad, ya que vivo tenía un abanico con mayores posibilidades para generarse ingentes ingresos, lo que le permitiría en poco tiempo acumular una fortuna de proporciones incalculable, lo que sin duda, incrementaría su patrimonio, del mismo que gozaría toda la familia Infante .

En un artículo escrito anteriormente decíamos, que si en febrero de 1983 en que surge a la vida pública Antonio Pedro, este hubiese declarado a los medios informativos sobre quien era, de inmediato, se hubiera despertado el interés por conocer los pormenores de las circunstancias que lo llevaron a salir de circulación durante casi 26 años. El interés por tener la primicia sobre la historia de secuestro y asesinatos que tuvo como protagonista estelar al actor mexicano más mediático de aquella época le hubiera permitido pactar contratos por grandes cantidades con los medios escritos, radiales y televisivos para narrar lo acontecido. De hecho, esta historia que formaría parte de su vida se hubiera llevado al cine, y es de imaginarse las grandes colas que se hubieran formado en los exteriores de las salas cinematográficas en donde se hubiera proyectado la película que contara su odisea. La imaginación está de nuestro lado, y esto nos permite vislumbrar a un Pedro ante grandes auditorios disertando frente a un público ansioso y desesperado por conocer cuánto le sucedió durante el tiempo en que duró el calvario de su cautiverio. También lo vemos, a través de las pantallas de nuestros televisores en casa, presentándose en los sets de las grandes cadenas de televisión para responder a las preguntas que le son formuladas por los entrevistadores. Definitivamente, el rating habría acompañado a los programas en que se hubiera presentado y se habrían roto todos  los récords de sintonía.

Tres imágenes que nos muestran a Pedro en pantalla en el rol de un borracho. En sus presentaciones personales el público le pedía insistentemente que interpretara canciones en los que parodiaba a estos personajes (fotos tomadas de internet)

Ni que decir de la cantidad de contratos que le “hubieran llovido” para realizar presentaciones artísticas en diversos escenarios de la República Mexicana y del extranjero, con llenos de bandera que le hubieran representado enormes cantidades de dinero, tanto para él como para los empresarios y auspiciadores del espectáculo. ¿Quién no hubiera querido ver al ídolo del pueblo mexicano parado una vez más sobre un escenario acompañado por sus mariachis? ¿Quién no hubiera querido escucharlo cantar una vez más sus viejos temas que por siempre han perdurado en su memoria? ¿Quién no hubiera querido escuchar su voz e interactuar con él tal como solía hacerlo antes de su desaparición? ¿Quién entre sus antiguos admiradores no hubiera querido verlo dramatizar sobre el escenario las canciones que interpretaba?  ¿Quién entre sus admiradores no hubiera querido aprovechar la oportunidad de fundirse en un abrazo con su viejo ídolo? ¿Quién entre sus admiradores no hubiera querido tomarse una foto con el indiscutido ídolo de toda su nación para atesorarlo como la joya más preciada de cuantos existen? Las respuestas a estas interrogantes son obvias, por lo que, es factible deducir que por este lado, todo sería ganancia.

A las presentaciones personales, sin duda, habría seguido la filmación de películas en cantidades industriales, al igual que la grabación de discos con nuevos temas musicales. Estas producciones hubieran sido adquiridas casi de inmediato por sus admiradores, que en un abrir y cerrar de ojos habrían acabado con el stock en las tiendas y lugares de expendio. En las películas que filmaría Pedro quizá ya no lo veríamos en el rol de seductor o galán por sus años, pero no habría que descartar totalmente esta posibilidad, porqué los guionistas podrían inventar una historia en la que viva un amor otoñal. Y de hecho, en estos films hubiera interpretado uno que otro tema para deleite y contento del público asistente. ¿Podríamos descartar el éxito comercial de estas películas? No, sus admiradores acudirían en gran número a las salas cinematográficas donde se exhibieran estas. Entonces, no cayendo en la exageración, es fácil deducir, que por estos rubros también hubiese obtenido elevadas ganancias.

Ahora bien, del análisis serio que hemos hecho de lo que pudiera haber conseguido Pedro Infante presentándose con su verdadera identidad, en lo económico, a partir de febrero del año 1983, pierde fuerza la versión de los antoniopedristas de que la familia de  Pedro negó que Antonio Pedro sea el ídolo de Guamúchil llevados por mezquinos intereses, porque solo por presentaciones personales, grabación de discos y filmación de películas hubiera obtenido altos ingresos. Ante esto, no debemos de olvidar, que cuando muere Infante había incursionado en varios negocios, entre ellos, el inmobiliario, en el que tenía como representante al empresario chiclero establecido en Mérida,  Ruperto Prado Pérez;  en el rubro de la aviación comercial, en el que era accionista mayoritario de la línea de aviación Tamsa, siendo su socio y representante Julián Villarreal; en el rubro de producciones cinematográficas, creó una Productora a la que llamó Productora Matouk, siendo su socio, quien a la sazón era su Apoderado Legal,  Antonio Matouk, quienes aprovechándose de que el astro de la canción y el cine había fallecido intestado tomaron como suyos todo cuanto le perteneció.

Bueno pues, si Pedro Infante en realidad no hubiera muerto, y no hubiese regresado a la vida pública como Antonio Pedro el mes de febrero de 1983, como dicen sus seguidores, y que nosotros consideramos fue una mala decisión, ya que lo más conveniente habría sido que su reaparición pública  la hiciera con su verdadera identidad y que hubiera denunciado las vejaciones y abusos que había sufrido durante los casi 26 años que duró su forzada desaparición. Y no habría tenido ningún problema con la justicia de su país, pues si fue desaparecido contra su voluntad no habría delito que achacarle ni porqué perseguirle. Traemos a colación esto, pues no hay que olvidar que cuando se produjo el accidente en el que falleció Pedro y los demás miembros de la tripulación de la nave siniestrada, se pretendió ligarlo con el  contrabando de telas, cigarros y licores, hecho que fue desestimado por la justicia mexicana después de concluidas las investigaciones. Reiteramos una vez más, que no habiendo cometido ningún delito, no existía motivo ni causa porqué perseguirle, consecuentemente, tenía libre la vía judicial para haber realizado a partir de entonces los trámites pertinentes con el propósito de que se considere nula la resolución que lo declaraba muerto desde el 15 de abril de 1957 y, a continuación, se le declare vivo y recobre el derecho a asumir su  identidad verdadera. Si como dicen los antoniopedristas, los familiares de Pedro se negaban a aceptar que Antonio Pedro era el ídolo de Guamúchil, pues a través de un proceso judicial hubiera podido lograr que la justicia mexicana ordenara a los familiares y al propio cantante y actor realizarse una prueba de ADN para despejar toda duda al respecto, ya que esta prueba ofrece más del 99% de confiabilidad.  Conseguido esto, tenía expedito el camino para iniciar sendos procesos contra quienes resulten responsables de su rapto y cautiverio; de la usurpación de su patrimonio y bienes; restitución de sus derechos y propiedades, etc.                                                                    

Las posibilidades de recuperar todo aquello que en un tiempo fue suyo hubieran resultado altamente favorables para él, siendo probable, que Ruperto Prado Pérez, Julián Villarreal y Antonio Matouk le devolvieran los bienes que fueron adquiridos con su propio dinero y  cuya documentación obraba en poder de quienes no supieron corresponder a  la excesiva confianza que el ídolo de la canción y el cine depositó en ellos. Inclusive,  hubiera podido recuperar todo aquello que los familiares de María Luisa León Rosas heredaron cuando esta falleció, pues al declarar la Suprema Corte de Justicia el 9 de abril de 1957 (6 días antes del fatal descenlace)  nulo su matrimonio con Irma Dorantes, Pedro Infante recuperaba su condición de cónyuge y automáticamente se erigía en su único heredero, con los derechos que ello conllevaba.

Pedro aparece junto a “El chicolte” y Marga López  en dos escenas de la película CARTAS MARCADAS que filmara gratuitamente para René Cardona (fotos tomadas de Internet)

Definitivamente, los procesos judiciales, aparte de ser tediosos y costosos,  hubieran tardado años en resolverse  porque los plazos no se cumplen (allí está para ejemplo el juicio por la casa de Cuajimalpa que se resolvió el 5 de setiembre de 1991 después de 31 años de iniciado el proceso, el mismo que finalmente favorecería a los hijos del recordado actor y cantante), pero como el tiempo pasa raudo e indetenible, un día, los juicios tendrían que resolverse, y lo más seguro, en el supuesto de que Antonio Pedro,  en verdad haya sido Pedro Infante, le habría resultado favorable. Pero como no hicieron ni lo uno ni lo otro, no les quedó otra más que dedicarse a armar un andamiaje que los lleve a lucrar con la imagen y fama del añorado  ídolo de ídolos del pueblo mexicano. Y de allí, es que surgieron todas esas teorías y postulados que líneas arriba hemos enunciado, pero que han carecido del sustento irrefutable que los haga creíble ante la opinión pública, que en una inmensa mayoría reconoce que el renombrado artista mexicano falleció el lunes 15 de abril de 1957, y en dicha fecha, todos los años,  fiel y lealmente acude al Panteón Jardín a rendirle homenaje y pleitesía a este ícono de la canción y el cine de su patria.

Los autodenominados antoniopedristas  no pueden aducir y menos quejarse de qué las puertas de los medios informativos se las hayan cerrado, negándoles la oportunidad de exponer sus argumentos con los cuales hubieran podido sustentar y demostrar que, efectivamente, Antonio Pedro era el mismísimo Pedro Infante. Entrevistas le realizaron en radio y televisión. Podemos citar la que le hicieron el año 1991 en el programa Cara a Cara, una especie de talk show,  que animaba y conducía la profesional cubana María Laria y se transmitía por la señal de Telemundo desde Los Ángeles, Estados Unidos, en la que aparte de dar respuestas vagas y evasivas a las preguntas que se le hacía, demostró cierta intolerancia y mal genio para con la conductora. En esta entrevista, su representante María del Carmen Montserrat Gómez Courrech negó que Antonio Pedro fuera el fallecido cantante y actor mazatleco, sino, por el contrario, afirmó que si este interpretaba temas de la discografía de Pedro, eran con el único objetivo de rendirle homenaje a tan grande artista. Igualmente,  Pedro de Urdimalas y el Lic. Moisés Luna, representante del Legado Infante, también negaron que Antonio Pedro fuera Pedro Infante, sino, que para ellos,  era un imitador que de esa manera le rendía homenaje a la persona del gran sinaloense. La parte esclarecedora sobre la verdadera personalidad de Antonio Pedro la tuvieron a su cargo Lupita y Pedro Infante Torrentera, los hijos del ídolo, los mismos que mediante comunicación vía microondas negaron que este fuera su famoso padre, y más bien, lo tildaron de estafador. También por Televisión Azteca pasaron un reportaje que le hiciera Alberto Padilla (aprovechando que Antonio Pedro asistió a una emisora radial en la que sería entrevistado), en la que como era su costumbre, negaba ser Infante, aunque, durante sus presentaciones personales le gustaba lucir copia de las vestimentas que el inigualable Pedro Infante vistiera en las películas que filmó, desconociéndose las razones o motivos para esta exhibición o si su pretensión a través de ese acto era el de  enviar algún mensaje.  

En los últimos tiempos, han tratado de demostrar que Antonio y Pedro fueron una misma persona utilizando para ello fotografías en las que encajan la mitad del rostro de uno de ellos con la mitad del rostro del otro. Del mismo modo, han publiocado un sinnúmero de fotos comparando las facciones de ambos personajes. Con la aparición de programas informáticos como adobe  photoshop que permite editar imágenes es muy fácil conseguir ese y otros resultados, por lo que,  estas supuestas pruebas no pueden tomarse muy en serio. Lo más lógico, hubiera sido que estando vivo se hubiese sometido a un examen de ADN para despejar toda duda, conociéndose que los resultados de esta prueba en un 99.9% son exactos y aceptados en un proceso judicial como pruebas válidas. Bien pudo escogerse este camino para desentrañar este misterio, pero lamentablemente, quien debería ser el más interesado en que la verdad salga a flote nunca lo solicitó y menos, mostró predisposición para ello cuando se lo propusieron. Otra alternativa por la que bien pudieron optar, era que una, dos o varias de las personas cercanas a él, entiéndase que bien informado y documentado, hubiesen iniciado un proceso judicial para que la historia del secuestro y cautiverio del cantante más famoso de México se aclare. Ante una denuncia de esta naturaleza, y más aún, tratándose de quien se trataba, el Ministerio Público hubiera tenido  que actuar de oficio e iniciar de inmediato las investigaciones para tratar de esclarecer el caso.

Lamentablemente, para los intereses de Antonio Pedro, ni él ni alguno de sus seguidores se animó a realizar los trámites pertinentes ante el Ministerio Público ni por ante el Poder Judicial, limitándose únicamente a utilizar Internet para a través de la publicación de videos tratar de convencer a los millones de admiradores que Pedro Infante, tiene en todo el mundo, de que este no había fallecido el 15 de abril de 1957 en el accidente de aviación ocurrido muy cerca del Aeropuerto Internacional de Mérida, Yucatán, sino, que estaba vivo y había empezado a hacer vida pública a partir del mes de febrero de 1983, presentándose en restaurantes y palenques ataviado con la vestimenta que Pedro había lucido en las películas que filmara antes de su fatal accidente.

En opinión de los antoniopedristas, estas fotos son las pruebas que sustentan sus postulados de  que Antonio Pedro y Pedro Infante eran una misma persona (fotos tomadas de internet).

Por los años 70’s aparecieron dos personas que decían ser Pedro Infante, pero con el tiempo se comprobaría que eran dos impostores que lo único que buscaban era lucrar con la fama del ídolo y del cariño y la añoranza que por él guardaba el pueblo mexicano. Uno de ellos respondía  al nombre de Rosario Huerta, en quien la gente creyó reconocer efectivamente a Pedro, y le ayudaba a cubrir sus necesidades más elementales. El otro era un tal señor Valencia, que terminó sus días en este mundo perdiéndose en el más completo anonimato.

La historia de la aparición de Antonio Pedro, el último que sin decirlo abiertamente quiso vender la imagen del ídolo como si se tratara de él mismo, tiene cierta similitud con el sétimo capítulo “Pedro Galante sigue siendo el número 1” del programa cómico de televisión “La chicharra”, propalado el año 1980, y que tenía como protagonistas a Roberto Gómez Bolaños, Florinda Meza,  Rubén Aguirre y otros, que son  los mismos que encarnaban a los personajes de la vecindad del chavo. En este capítulo se habla de que Pedro Galante (Pedro Infante) se esconde en la serranía porque había quedado desfigurado en el accidente que sufrió. Dos periodistas dan con su paradero y después de  conversar con él y su hija, que  era la única que conocía el lugar en que se refugiaba su famoso padre, deciden no publicar nada sobre lo que habían descubierto, aunque, con esta decisión pierden el aumento de sueldo que les habían  prometido.

El año 1991 se exhibe ¿Pedro Infante vive?, que es  una película de Juan Andrés Bueno, y en ella se presenta un trama parecido al capítulo de televisión, que nace en el momento en que en el 34° Aniversario Luctuoso de Pedro Infante, un fotógrafo del diario El Heraldo de México capta en imágenes la presencia de Pedro Infante en dicho evento. Puesto en conocimiento del editor del diario, quien después de consultar con un forense amigo, dispone que la periodista y el fotógrafo, al que se une  un escritor,  que era un convencido de que Pedro había muerto, viajen a Mérida por ser el lugar en que ocurrió el accidente. De allí viajan a Oaxaca para luego dirigirse al pueblito serrano de Xicamaltepec,  en donde el escritor logra entrevistarse con Pedro, quien le narra cómo ocurrieron los hechos. El escritor decide que se debe respetar la voluntad del artista y declina, al igual que la periodista, a ventilar públicamente su descubrimiento.

Concluyo el artículo, con la certeza de que el video de La chicharra y esta película, constituyen el acta de nacimiento de los seguidores de Antonio Pedro para afirmar que este fue Pedro Infante porque, ambos argumentos son los mismos que esgrimen para “defender su verdad”.