29 de julio de 1890 – 29 de julio de 2016, han transcurrido 126 años desde el día en que falleció el inmenso y genial pintor Vincent van Gogh.
Al igual que mucha gente para quienes el Arte es uno de sus ejes vitales, desde niño mi “pasatiempo” principal (porque en eso ocupaba casi todo mi tiempo libre, no porque fuera para no aburrirme) era dibujar. Desde que recuerdo, dibujaba. Cuando tuve la noción de que el Arte existía, dos pilares fueron mi centro de atención: Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475 – Roma, 18 de febrero de 1564), en la tradición renacentista italiana, y Vincent van Gogh, más cercano en la expresión pictórica.
Si bien considero que se han escrito excelsas obras sobre el pintor holandés, no quiero dejar pasar inadvertida esta efeméride. En una ocasión posterior, espero dejar que mi admiración fluya y entinte algunas páginas más.
Vincent Willem van Gogh, nació el 30 de marzo de 1853, en la localidad de Groot Zundert, Holanda. Sus primeros años estuvieron marcados dramáticamente porque, en primer término, lo bautizaron con el nombre de un hermano mayor, que nació muerto, en 1852 ¡en el mismo día!; y en segundo lugar por la actividad de su padre, pastor protestante. Otro hecho fundamental para su vida fue el nacimiento de su hermano Theodorus (Theo), en 1857, su eterno compañero de vida, su refugio existencial y principal apoyo financiero y emocional para no hundirse en la depresión y en la locura. Las cartas que se escribieron ambos hermanos son testimonios trascendentales, entrañables, que toda persona debería leer para acercarse a la vida como debe vivirse, con pasión.
Después de estudiar en la escuela local, ingresa en un internado privado de Zevenberger, donde descubre el placer de dibujar. Más tarde, pasa al internado estatal de Tilburg, el cual abandona (1868) para regresar a la casa paterna y, en 1869, trasladarse a La Haya. En 1871, su familia se traslada a Helvoirt, donde el padre siguió ejerciendo su labor pastoral.
En 1872 se inicia la correspondencia entre Vincent y Theo, misma que terminaría hasta la muerte del primero.
Después de infinidad de vaivenes laborales (empleado de galerías, profesor, asistente de un pastor metodista, predicador laico, etc.) y domiciliarios, Vincent encuentra, formalmente, un asidero que lo orienta y salva: en 1879 dibuja a los mineros de Wasmes, solidarizándose con su pobreza y marginación. En esos inicios, la temática lo hermana con Millet. Se inicia su fructífera carrera artística, interrumpida sólo por la muerte.
Sus amarillos girasoles; sus dinámicos cielos; sus paisajes detallados y llenos de luminosidad; sus “naturalezas muertas” y los interiores de su habitación, con sus entrañables zapatos y silla; sus noches tachonadas con estrellas que como “foquitos” de navidad traen un poco de alegría a las miserables aldeas; sus sembradores y comedores de papas; sus vitales y psicológicos autorretratos, entre tantas temáticas más abordadas por el artista, por medio de una pintura pastosa, matérica, donde la impronta del pincel es evidente, dejaron muestra de su genio y vitalidad. Su obra y vida lo convierten en uno de los pilares de la Humanidad y en una muestra de que la vida vale la pena vivirse.
Es la tarde del 27 de julio de 1890, el cuerpo de Vincent es arrastrado, desde el campo, hasta su habitación de la pensión de Ravoux; se había dado un tiro en el pecho. El Doctor Paul Gachet, su médico de cabecera, lo revisa y determina no extraer la bala; se decide avisar a Theo, y aunque Vincent inicialmente se niega, al día siguiente los hermanos se encuentran y el pintor le entrega la carta 652, que se convertiría en su testamento. Vincent ya no deseaba tener otra recaída, la más reciente fue cuando su amigo Paul Gauguin le anunció que se iba y él, fuera de sí, se cortó parte de la oreja y se la envió a una prostituta. Más tarde, Theo escribiría a su madre “Encontró la paz que no había podido encontrar en la tierra”.
Van Gogh en su lecho de muerte. Dibujo realizado por el Dr. Paul Gachet.
Fuente: Wikipedia.org
Su última pintura fue “Trigal con cuervos”, un óleo sobre lienzo, de 50.5 X 103 cm (actualmente en el Rijksmuseum Vincent van Gogh, de Amsterdam). “Se trata de trigales sin fin bajo el cielo nublado”, escribió el artista en su carta 649; en efecto, la alargada pintura muestra un campo de trigo muy amarillo, cruzado por dos senderos bordeados por hierbas verdes, el cielo presagia la noche o una tormenta, por lo que los negros cuervos vuelan en busca de refugio. La luminosidad del trigo, de la vida, ahuyenta hacia las tinieblas los malos presagios de las aves negras.
Vincent van Gogh. “Trigal con cuervos”. Fuente: Wikipedia.org
Al día siguiente, 29 de julio de 1890, muere, siendo enterrado el 30. Émile Bernard (Lille, Francia. 28 de abril de 1868 – 16 de abril de 1941), pintor postimpresionista, amigo de van Gogh y testigo del funeral, escribió: “… En la pared de la habitación donde se había colocado el féretro, estaban colgados sus últimos cuadros; creaban una especie de aureola en torno suyo y, por la luz o el genio que emanaban, hacían su muerte todavía más insoportable para nosotros, los artistas. Un simple paño blanco cubría el féretro y había muchas flores, los girasoles que tanto le gustaban. Llegaron muchas personas, sobre todo artistas. También vecinos que le habían visto fugazmente algunas veces, pero que le querían porque era tan bueno y tan humano. A las tres el féretro fue llevado por sus amigos al coche fúnebre. Algunos de los presentes lloraban. Theo van Gogh, que adoraba a su hermano y que siempre le había apoyado en la lucha por el arte y su independencia, sollozaba sin cesar. Después fue sepultado. …”
Dos meses después de la muerte de Vincent, la demencia se manifestó en Theo, y seis meses después, falleció (25 de enero de 1891). Ambos hermanos yacen uno junto al otro en el cementerio de Auvers-sur-Oise a 30 km de París.