“Parachico me pediste, parachico te daré y al compás del tamborcito, mi chinchín te sonaré.”
Todos los años, durante el mes de enero, las calles de la ciudad de Chiapa de Corzo (fundada en el siglo XVI, por los españoles) se llenan de color, música, algarabía… de fiesta para honrar a su Santo Patrón, San Sebastián.
Efectivamente, del 8 al 23 de enero en esa población, que dista aproximadamente quince minutos, en automóvil, de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas, y localizada a orilla del río Grijalba, casi toda la población se vuelca para festejar a San Sebastián y para recordar una añeja tradición colonial, la Fiesta de los Parachicos.
En 1711, el actual territorio de México, se encontraba bajo el yugo español. Cuenta la leyenda que a Chiapa de Corzo llegó, procedente de Guatemala, una acaudalada mujer llamada María de Angulo, la cual traía enfermo a su pequeño hijo; buscaba que un curandero local lo curara en las aguas termales del manantial de Combujuyú. Al enterarse del problema de la señora, los indígenas organizaron, usando disfraces, para danzar “para el chico”. Esta expresión, con el tiempo degeneró en la palabra “parachico”, nombre con el que se conoce la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo. Doña María, en agradecimiento, por la curación de su hijo, cuando la hambruna asoló la población, dio alimentos a los indígenas que habían bailado para el niño.
Actualmente, durante los días que dura el festejo, son llevadas en procesión tres imágenes religiosas: San Sebastián, como ya se indicó, Nuestro Señor de Esquipulas y San Antonio Abad.
El vestuario de los participantes, pleno de colorido, está integrado por una bellísima máscara de madera (más adelante detallaremos sobre ella); la cabeza la llevan cubierta por un “pañolón”, atado en el cuello, sobre el que descansa un tocado de ixtle cuidadosamente cortado, llamado “montera”, que representa los rayos del Sol o la cabellera rubia de los invasores españoles; camisa blanca y pantalón negro; antes de los años 60 de siglo anterior, se usaba una banda que sujetaba el pantalón, a manera de cinturón, pero en la actualidad casi ha sido sustituida por la “chalina” que cubre la parte anterior de las piernas y que llega hasta los pies, bordada con coloridas flores; un “sarape de Saltillo” que cubre el torso del danzante; en las manos se porta el “chinchín”, especie de sonaja con la que se marca el ritmo y que se relaciona con la petición de lluvia para las próximas siembras; llama también la atención el movimiento de varios listones que se utilizan para atar la máscara, la “montera” y el “chinchín”; ocasionalmente, se lleva un látigo, cuyo chasquido recuerda los truenos de los relámpagos, nuevamente la petición de lluvia y fertilidad, este látigo se relaciona con la masculinidad, pues se dice que está hecho con el miembro del toro; antaño se llevaban frutas para propiciar la buena cosecha.
Entre todos los danzantes destaca uno, “El Patrón”, cuya máscara es única; este cargo se hereda de generación en generación. En las pocas, por desgracia, ocasiones que he visitado la población, y he intentado conseguir una máscara de este personaje, no lo he conseguido; un mascarero me informó que tienen prohibido reproducirla, se requiere un permiso especial. “El Patrón” se encarga de dirigir las alabanzas que lanzan todos los parachicos y coordina a los músicos.
Las mujeres participan vestidas con el tradicional y florido vestuario de “chiapaneca”. También toman parte los “chuntás”, hombres vestidos de mujeres, que representan a María de Angulo y cuyo papel consiste en brindar un toque lúdico y chusco a las danzas, al tiempo que reparten dulces y monedas.
Los “chuntás”. Fuente: www.oem.com.mx
Como anécdota se menciona que sólo participan en la danza los habitantes de Chiapa de Corzo, excepto el 20 de enero cuando se permite intervenir a los visitantes, con la condición de que usen el vestuario tradicional.
Los principales acontecimientos, durante estas fiestas, son (fuente: http://www.turismochiapas.gob.mx/sectur/los-parachicos-en-la-fiesta-tradicional-de-enero-de-chiapa-de-corzo-):
Enero 8: Anuncio de la Fiesta Grande y primer día de Chuntá.
Enero 15: Dedicado al Señor de Esquipulas. (Salida de parachicos)
Enero 16: Anuncio de la Fiesta de San Sebastián Mártir.
Enero 17: Dedicado a San Antonio Abad. (Salida de parachicos)
Enero 18: Visita de los parachicos, a los patrones difuntos, en el panteón municipal. (Salida de parachicos)
Enero 19: Tradicional anuncio de la fiesta grande de Chiapa por el presidente municipal.
Enero 20: Día de San Sebastián Mártir. (Salida de parachicos y chiapanecas)
Enero 21: Combate Naval.
Enero 22 Desfile de carros Alegóricos.
Enero 23: Misa de parachicos. (Salida de parachicos y chiapanecas)
Como se observa, los días culminantes se inician el 20 de enero, “Día de San Sebastián”. Ese día, dos de las imágenes del santo son transportadas a las ermitas y la tercera, la más grande es llevada, rodeada por los parachicos, a la casa del Prioste.
En la noche del día 21 se efectúa el “combate naval”, en el “río Grande”, el Grijalba. El cielo se tiñe con los colores con el estallido de miles de cohetes. Esta representación data de la época colonial, y aunque después fue abandonada, en 1906, Aníbal Toledo la rescató.
El día 22 está dedicado al desfile de los carros alegóricos y a la celebración de concursos, torneos deportivos y bailes populares.
El día 23 se lleva a cabo la misa de despedida, y la imagen de San Sebastián es trasladada a la casa del mayordomo que la resguardará hasta el siguiente año, seguida por infinidad de parachicos.
Esta multitudinaria fiesta fue declarada, por la UNESCO, Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad en 2010, ya que constituye una “ofrenda colectiva” a los santos venerados e involucra valores culturales que dan identidad y cohesión a esa bella ciudad chiapaneca.
La máscara de parachico es una obra de arte, generalmente tallada en caoba, por mascareros llamados “santeros”, ya que también se dedican a la talla de imágenes religiosas y por la finura de su elaboración. Es pintada con colores a óleo, mezclados con pigmentos minerales y aceite de chía, a semejanza de la técnica del laqueado. Las máscaras más finas, una vez “laqueadas”, son frotadas con el esófago de toro o vaca, el cual fue preparado con antelación, para darle un acabado como si fuera “piel”; anteriormente, los ojos eran hechos con vidrio moldeado y pintado, aunque ahora se usan ojos de vidrio comerciales; se les ponen pestañas de pelo natural, para darles mayor realismo.
Uno de los mascareros de mayor prestigio, reconocido como Gran Maestro del Arte Popular Mexicano, en 1996, por Fomento Cultural Banamex, es Antonio López Hernández (1935), de cuyo taller han salido auténticas maravillas; se ha especializado en la talla de la máscara de “El Patrón”.
El mascarero Antonio López Hernández. Fuente¨: www.unesco.org/culture/ich/es/RL/los-parachicos-en-la-fiesta-tradicional-de-enero-de-chiapa-de-corzo-00399
Si no podemos asistir este mes de enero a Chiapa de Corzo, nunca es tarde. Es una ciudad que podemos visitar en cualquier época del año para tomarnos una rica nieve bajo la fuente mudéjar (“La Pila” o “La Corona”, construida en 1562)), localizada en el jardín principal, hecha con ladrillo y única en Latinoamérica; para maravillarnos ante el Templo de Santo Domingo y su convento anexo, ahora convertido en el Museo de la Laca; para tomarnos una fotografía junto a la estatua de Zeferino Nandayapa (1931-2010), en el jardín principal; para visitar la casa de Ángel Albino Corzo (1816-1875), general liberal de quien tomó su apellido la ciudad; para abrazar la ceiba que allí existe y que tradicionalmente se relaciona con la fundación de la población; para “tomar el fresco”, oyendo las nostálgicas notas de la marimba; para abordar una lancha y recorrer los 32 km del río Grijalba a lo largo del Cañón del Sumidero, hasta la cortina de la presa de Chicoasén (con una profundidad de alrededor de 250 m), y contemplar la flora y fauna que lo puebla y maravillarnos con el acantilado, de casi 1000 m de altura, donde prefirieron sacrificarse los indígenas “chiapa”, antes que caer prisioneros de los españoles; para visitar el Parque Nacional y ver el Río Grande desde las alturas; y un interminable etcétera, sin olvidar llevarnos alguna artesanía como “recuerdo”.
¡Vamos a Chiapas, el estado que decidió ser mexicano y vivamos sus tradiciones, disfrutemos sus paisajes y gastronomía!