México tiene (¿o tenía?) una de las esculturas más importantes del mundo, equiparable a la escultura ecuestre del emperador Marco Aurelio, en Roma; se trata de la escultura que representa al rey Carlos IV de España (Nápoles, Italia, 1748 – Roma, Italia, 1819), conocida popularmente como “El caballito de Troya” o simplemente como “El caballito”, tal vez para mofarse del monarca español que no pudo defender su reino contra la invasión de las tropas napoleónicas (1807), por eso en el flanco izquierdo del basamento escultórico se lee que dicha escultura se conserva como una obra de arte y no como un homenaje al personaje representado.
- “El caballito”, en su actual ubicación, la Plaza Manuel Tolsá: era otro tiempo, otro esplendor.
ALGO DE HISTORIA.
La obra en comento se debe al escultor valenciano Manuel Tolsá y Sarrión (Enguera, España, 1757 – Las Lagunas, Nueva España, 1816), quien llegó a tierras novohispanas en 1791, para desempeñar diversos encargos públicos (como la reforestación de la Alameda Central) y artísticos que le valieron pasar a la posteridad como uno de los mejores arquitectos neoclásicos (la construcción de las originales cúpulas, en forma de campana, de las torres de la Catedral de la Ciudad de México; el actual Palacio de Minería, con sus espléndidas escalinatas; el antiguo Palacio de Buenavista, ahora ocupado por el Museo de San Carlos; el Palacio del Marqués del Apartado, frente al legendario Templo Mayor de Mexicco-Tenochtitlan; los altares centrales de varias iglesias, como el de La Profesa; y un interminable etcétera); pero para el común de los habitantes de la bellísima ciudad de México, su obra cimera es “El caballito”
La escultura fue encargada a Tolsá por el virrey Miguel de la Grúa Talamanca, para lo cual se colocó un pedestal en la Plaza Mayor de la ciudad de México, el cual estaba rodeado por una balaustrada de forma elíptica; sobre él se colocó una estatua de madera del monarca (1796), en lo que se instalaba la escultura definitiva.
Técnicamente, la construcción de “El caballito” fue relevante, ya que fue fundido y vaciado en una sola operación, requiriéndose más de 18 toneladas de bronce (450 quintales). El 9 de diciembre de 1803 fue inaugurado el monumento, coincidiendo con la visita de Alexander von Humboldt a la ciudad de México, quien lo equiparó casi a la altura de la efigie de Marco Aurelio, ya citada.
Se dice que para el brioso corcel el escultor valenciano tuvo como modelo un caballo llamado “Tambor”, propiedad del Marqués Jaral del Berrio.
- Litografía de Casimiro Castro que representa el cruce del Paseo de la Reforma y el Paseo de Bucareli, donde se ubicaba “El caballito”, en el siglo XIX.
COMIENZA SU PEREGRINAR.
Al término de la Guerra de Independencia, los sentimientos nacionalistas de algunos mexicanos, amenazaron con destruir la escultura, por lo que el historiador Lucas Alamán intervino ante el presidente Guadalupe Victoria para conservarla como una obra de arte; así, con el propósito de alejarla del encono popular fue trasladada al patio de la antigua Universidad.
En 1852, se le ubicó en la intersección del Paseo de la Reforma y del Paseo de Bucareli, siendo resguardada por una reja. En este último sitio permaneció hasta 27 de mayo de 1979, cuando debido a la ampliación de la primera vialidad, fue trasladado a su actual morada: la excelsa Plaza Manuel Tolsá, en el espacio que media entre el actual Museo Nacional de Arte y el Palacio de Minería.
Por otra parte, en la “Esquina de la Comunicación”, fue erigida otra escultura, que representa la cabeza de un caballo de color amarillo, salida del taller de Enrique Carbajal, “Sebastián”.
- “El caballito” de Sebastián, teniendo como fondo la” Torre Caballito”.
APOCALIPSIS.
Mes: mayo; año: 2013… La Autoridad del Centro Histórico, dependiente del gobierno de la ciudad de México autoriza las obras de limpieza y restauración de la estatua, sin consultar al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), instancia federal encargada de salvaguardar el patrimonio cultural de la nación. Así el ¡ácido nítrico al 30 % destruyó la pátina de doscientos años y originó daños irreversibles a la preciada escultura!; la intervención del INAH llegó tarde.
Ya son dos años de estos lamentables hechos, y en la actualidad “El caballito” se encuentra cubierto, o mejor dicho sepultado, tras una carpa de plástico que acumula mugre día tras día.
- Los ciudadanos del siglo XXI no hemos sido capaces de conservar el patrimonio cultural que nos legaron nuestros antepasados.
2015.
En la actualidad, cuando cruzo por la Plaza Manuel Tolsá, del anodino, vulgar y sucio catafalco salen olores de ineptitud, de corrupción, de indiferencia social… de ignorancia.
“El caballito” ha dejado de galopar ante la indiferencia del ciudadano cotidiano y de la elite cultural, ahora ocupada en otros menesteres más terrenales y pedestres…
Referencia bibliográfica:
ÁLVAREZ, José Rogelio Director). Enciclopedia de México. T. II. Ed Enciclopedia de México, México. 1977.