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Pincelada 178: “Héctor, el salvador”

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Por La Marquesa de Buenavista

¡A ver si ya le vas bajando de yemas a tus güevos, pinche Luis. ¡Lo que quieras con Jaziel, conmigo, cabroncito!

Erguido y retador, Héctor se enfrentaba a Luis, su compañero de grupo, quien tenía fuertemente sujeto del suéter a Jaziel, en un rincón de la escuela secundaria. Al escuchar la seguridad con que el muchacho se dirigía a él, sonriendo nerviosamente, Luis sólo atinó a decir:

-Si no lo estoy molestando… este… Así nos llevamos yo y él ¿verdad Jaziel?

-Pues más te vale y si no te las verás conmigo, pinche putito de mierda –enfatizó Luis.

Y dándole una palmada en el hombro a Jaziel, le dio un empellón a Luis, quien cayó de espaldas.

-¡Hey… Yo juego! –gritó Héctor a los otros compañeros que se preparaban para iniciar un partido de basquetbol, y se alejó corriendo.

Una vez libre del agresor, Jaziel tomó sus pertenencias y fue a sentarse en una banca cercana a la cancha. Desde ahí se dedicó a ver el partido, pero sobre todo a Héctor, su “salvador”. El minúsculo short que traía el muchacho, permitía ver sus recias y musculosas piernas, que se definían más al correr tras la pelota; su pelo lacio estaba siempre bien peinado, como siempre; su rostro comenzaba a cubrirse con un finísimo vello, que indicaba que las hormonas empezaban a actuar sobre el cuerpo adolescente, pero principalmente sobre el labio superior; su rostro era simétrico y estéticamente delineado; su pecho amplio, evidenciaba que hacía ejercicio extra, además de las clases de educación física.

Inquieto, Jaziel se levantó y se alejó, no quería que Héctor se diera cuenta que lo observaba con detenimiento y que adivinara que desde ese día había quedado prendado de él.

Al día siguiente, antes de iniciar las clases, Jaziel llegó y vio a Héctor rodeado por varias jovencitas; se acercó y le dijo:

-¿Te interrumpo un momento?

Ya separados del grupo, continuó:

-Te quiero agradecer lo que hiciste por mí, ayer

-No te preocupes, ya era hora de ponerle un estate quieto al pinche Luis, pues se aprovecha de todo mundo.

-De todos modos, quiero que sepas que te lo agradezco y que soy tu incondicional. Cuenta conmigo para lo que quieras.

Mientras hablaba, Jaziel veía fijamente al muchacho, quien no pudiendo resistir la mirada, bajó la vista y expresó:

-Está bien, agradezco tus palabras. Si entre nosotros no nos defendemos ¿quién lo hará? Nos vemos, ya casi toca la chicharra y no he terminado de platicar con las chicas. ¡Cuídate!

Reaccionando, Jaziel vio que Héctor llegaba junto a las jovencitas que entre risas y abrazos disimulados lo recibieron, mientras que él experimentaba una serie de sensaciones y sentimientos nunca antes abrigados.

Los subsecuentes días, Jaziel siempre buscaba cualquier momento para estar cerca y hablar con Héctor. Al llegar a la escuela, todos los días le llevaba un pequeño regalo: un chocolate, una bolsita con dulces, un refresco embotellado.

-Mira bro, no te quiero lastimar, pero ya no quiero que me traigas regalitos, no se ve bien y los cuates pueden empezar a molestar –dijo Héctor, muy serio, al muchacho.

-Pero si yo lo hago porque me caes bien y como agradecimiento, además… -intentó justificar Jaziel.

-A ver, vamos a hablar al chile. No creas que no me he dado cuenta de cómo me ves… Quiero que sepas que a mí no me gustan los hombres, no bateó chueco… Disculpa si te haga sentir mal, pero es mejor dejar las cosas bien claritas: como mi compañero de grupo, te voy a apoyar siempre, pero no te me acerques y mucho menos me traigas regalitos. Olvida lo que sientes por mí.

Al alejarse Héctor, Jaziel corrió a refugiarse en los sanitarios. ¿Cómo olvidar lo que sentía por el muchacho? Si no había momento del día en que no estuviera pensando en él, anhelando estar cerca para, cuando menos, oler su aroma, ver ese cuerpo deseado y soñar con una posibilidad que ahora había sido cortada de tajo.

Esa fue la primera vez que Jaziel se enamoró de un hombre, pero la vida le deparaba muchas experiencias semejantes y, casi todas, con un final similar.

FINAL ALTERNATIVO (AL ESTILO DE LAS PELÍCULAS MEXICANAS): … y soñar con una posibilidad que ahora había sido cortada de tajo.

Los días pasaron lentamente para Jaziel, a partir del momento en que Héctor “lo rechazó”, como pensaba el jovencito, hasta que un día, a la hora de entrada, se acercó a él, Yahir quien, ansioso le dijo:

-¡Jaziel, Jaziel! ¿Ya te enterastes lo que le pasó al Héctor?

-¡No! ¿Qué le pasó?… Por fa, no te quedes callado ¿Qué le pasó?… –preguntó Jaziel, visiblemente inquieto.

-Ayer, a la salida estaba el Héctor platicando con varias morras, como acostumbra, cuando se le acercó un chavo y no sé qué le dijo, el chiste es que el Héctor salió corriendo. Yo me olvidé de esto y seguí hablando con mis valedores, hasta que de repente escuché gritos en el callejón de atrás de la escuela. Corrí y al llegar vi al Héctor tirado en un charco de sangre. Dicen que el Luis le puso una trampa y lo picó con un fierro; ya sabes que ese cuate siempre anda armado y quién sabe qué problemas traía con el Héctor y pus se vengó.

Sin escuchar más, Jaziel se alejó corriendo, dejando a Yahir sorprendido.

-No cabe duda que este cuate está bien loco ¿quién sabe que mosca lo picó? En fin, ¡vámonos al salón o el profe me va a regañar si llego tarde a clase!

(Hasta el próximo viernes)

Referencia fotográfica: est43.blogspot.com

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Tagscuento el rincon de la marquesa de buenavista pincelada

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