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Por La Marquesa de Buenavista

Hacía casi veinte años que había muerto el esposo de la mujer, dejándole una herencia importante. Con el paso del tiempo, la residencia heredada le resultó demasiado grande para sus necesidades, por lo que decidió venderla y comprar un loft, en un condominio de lujo, quedándose sólo con dos personas del servicio: una que le cocinara y otra que se encargara del aseo. Ahora, ya tenía dos años de vivir en ese lugar.

Sus diversiones favoritas eran jugar cartas e ir una vez a la semana, cuando menos, con un grupo de amigas, a un salón de streepers. A su edad le resultaba difícil conseguir alguna persona que satisficiera sus necesidades afectivas, emocionales.

Invariablemente, en el centro de diversión elegía, para el “privado”, a Alex, un joven moreno, de ojos color aceituna, que había llegado de Venezuela. La mujer estaba convencida que tener un hombre de esas características, implicaba una moderada inversión, que ella estaba dispuesta a realizar y, lo más importante, podía solventarla.

Un día, después de la “diversión privada”, la mujer vio al joven preocupado, le preguntó el motivo, enterándose que se había quedado sin el lugar donde vivía, pues su roomie había regresado a Venezuela y él no podía pagar el monto de la renta. La mujer, entonces, le ofreció se fuera a vivir con ella, lo que fue aceptado de inmediato por el muchacho.

*** *** ***

-Osito hoy cumplimos dos meses de vivir juntos. Debemos celebrarlo en grande, prepárate para cuando regrese de jugar canasta con mis amigas. ¡Hoy te toca! Jajaja –dijo la mujer al hombre, quien estaba a punto de salir.

Era de noche, cuando el muchacho regresó al loft, acompañado con uno de sus “compañeritos de trabajo”.

-Pasa, la vieja no está; todos los jueves va a jugar cartas con sus amigas y siempre regresa de madrugada… Siéntate –dijo el joven a su amigo- ¿Quieres algo de beber? Tenemos casi toda la noche para nosotros solitos. Jajaja…

-No sé cómo aguantas a esa mujer; ya debe tener más de sesenta años, ¡es una anciana! –aseveró el amigo- ¡Nada más de imaginarme tener sexo con ella, me da asco!

-Así es mi buen, no te imaginas el esfuerzo que tengo que hacer para no vomitarme cuando la vieja me quiere besar en la boca; y peor, cuando se pone “cariñosa” y me pide tener sexo. Nada más de ver sus carnes flácidas y sus pellejos, que es casi imposible… -intempestivamente, el muchacho calló al ver que la puerta de la recámara se abría y salía la mujer- ¿Qué… qué no te fuiste a jugar con tus amigas? –preguntó nerviosamente.

-¡No, no salí! Estaba a punto de irme, pero, en buena hora, me empezó a doler la cabeza; así pude escuchar lo que tú y tu “amiguito” han dicho –dijo tajante, la mujer.

-¿Todo…?

-¡Todo! Y aunque ya lo sospechaba, pues no soy tonta, es duro escucharlo en labios de la persona a la que le has dado todo lo que te pide… Así que ¡lárgate de mi casa! basura…

-Pero es que… Cuando menos deja recoger mis cosas…

-¿”Tus cosas”? Todo lo que tienes aquí, yo te lo compré, así que te vas como llegaste ¡sin nada!… ¡Fuera!…¡Pero ya!…

Sin poder decir algo más, el hombre y su amigo salieron del departamento, dejando a la mujer sola.

Posiblemente, ya pasado el coraje, la mujer encontraría otro joven que le brindaría diversión y “compañía”, entre la amplia variedad de streepers del salón, para eso su marido la había dejado bien protegida.

(Hasta el próximo viernes)

Referencia fotográfica: YouTube

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Tagscuento el rincon de la marquesa de buenavista pincelada

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