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22 de septiembre de 2017.
A mis apreciados lectores y a quien quiera oír:
En este viernes mi corazón está contrito por los acontecimientos que recién han herido a nuestro país y que han enlutado muchas familias y a la Nación toda.
Las fuerzas de la naturaleza nos han recordado, una vez más, la fragilidad de la vida y que a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos estamos aún a merced de los llamados “fenómenos naturales”, en este caso huracanes y sismos.
Respecto a estos últimos, nuestro país, desde siempre, ha sufrido sus lamentables consecuencias; el acontecido el pasado martes 19 de septiembre no fue la excepción, patentizando los errores que se han cometido y se siguen cometiendo en la administración de nuestras ciudades (allí empiezan los problemas, en el nivel municipal, primer escaño de la pirámide de poder, como dijera Paz): “autoridades” improvisadas e indolentes, permisivas, algunas veces corruptas, indiferentes, y un sinfín de epítetos más, y todo con el afán de no perder votos y seguir detentando el mando y gozando de los privilegios que otorga el poder.
Pero en fin. Nuevamente los mexicanos hemos sentido el dolor y, muchos también, han perdido la vida. Para unos y otros nuestros mejores pensamientos, fraternidad y oraciones.
Es por esto, que por esta ocasión no tuvimos la mente ni el espíritu, mucho menos el corazón, para concluir la acostumbrada pincelada. Ya habrá otros tiempos y otras oportunidades, mientras tanto, saquemos provecho de esta triste y lamentable situación para acercarnos más a las personas que la vida nos ha colocado cerca, queridas o no, nunca es tarde para vivenciar el perdón y la tolerancia (o “el aguantarse”, como decían mis mayores).
Decía que la vida es breve, y de un segundo a otro se pierde: no la malgastemos y construyamos la vida que queremos; una vida tranquila, de crecimiento personal, espiritual e intelectual, pero siempre con la premisa de ser personas buenas, creativas y propositivas.
Con cariño, un abrazo
La Marquesa de Buenavista.
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